Ir al contenido principal

La Sabiduría eterna pone su morada entre los hombres (Sir 24,1-4.12-16)

Domingo 2º después de Navidad. 1ª lectura
1 La sabiduría se elogia por sí misma
y se gloría en medio de su pueblo.
2 Abre su boca en la asamblea del Altísimo
y, en presencia de su majestad, se gloría.
3 En medio de su pueblo será ensalzada,
en la totalidad de los santos será admirada,
4 en la multitud de los elegidos recibirá alabanza,
y entre los bienaventurados será bendita.
12 Entonces, el creador del universo me dio una orden,
el que me creó me hizo reposar mi tienda,
13 y me dijo: «¡Pon tu morada en Jacob,
y toma como herencia a Israel!».
14 Antes de los siglos, en el principio, Él me creó,
y por los siglos no dejaré de existir.
15 En el tabernáculo santo, en su presencia, le di culto,
y así me establecí en Sión.
En la ciudad amada me dio descanso,
y en Jerusalén está mi potestad.
16 Arraigué en un pueblo glorioso,
en la porción del Señor, en su heredad,
en la reunión de los santos hago mi parada.
Muchos autores ven en este capítulo el centro del libro del Eclesiástico. Lo es desde el punto de vista literario —como en muchas obras literarias de la antigüedad donde el argumento principal del libro se situaba en el centro—, pero, sobre todo, lo es por su contenido. Estos versículos contienen uno de los más bellos y ricos textos de la obra de Ben Sirac. Se trata de un elogio que la sabiduría hace de sí misma, proclamando que procede de la boca del Altísimo (v. 5), busca un lugar donde plantar su morada en la tierra (v. 11) y lo encuentra en el Templo de Jerusalén (v. 15). Allí arraigó (vv. 16-23) y desde allí mostró el camino a seguir (vv. 24-31). 
Leídos estos textos a la luz del Nuevo Testamento se aprecia, como en Pr 8,22-31 antes citado, un avance hacia la plena manifestación de la Sabiduría de Dios en Cristo. En efecto, la Sabiduría está íntimamente unida a Dios pero es una persona distinta de Él, que procede de su boca —es su Palabra—. Se prepara así lo que se entenderá más a fondo en el contexto de la teología de la Trinidad.
El autor del Prólogo del cuarto evangelio (Jn 1,1-18) seguramente tenía estas ideas en la cabeza cuando más tarde afirmó que este recorrido de la Sabiduría no acabó en la Ley, sino que, finalmente, el Verbo, la Sabiduría de Dios, se ha hecho carne (Jn 1,14) en Jesucristo, lo que significa que los hombres encuentran en Él la plenitud (Jn 1,16) de la gracia —de los dones de Dios— y de la verdad (Jn 1,17).

Comentarios

Entradas más visitadas de este blog

Comed, que sobrará (2 R 4,42-44)

17º domingo del Tiempo ordinario – B. 1ª lectura 42 Vino un hombre de Baal-Salisá y trajo al hombre de Dios pan de las primicias, veinte panes de cebada y trigo nuevo en su alforja. Y dijo Eliseo: —Dadlo a la gente para que coma. 43 Pero su administrador replicó: —¿Qué voy a dar con esto a cien hombres? Le respondió: —Dáselo a la gente y que coman, porque así dice el Señor: «Comed, que sobrará». 44 Él les sirvió; comieron y sobró conforme a la palabra del Señor. Baal-Salisá estaba situada a unos 25 km. al oeste de Guilgal. Puesto que el pan de las primicias estaba destinado a Dios (cfr Lv 23,17-18) aquel hombre se lo ofrece a Eliseo como profeta del Señor; pero éste, dada la carestía existente, quiere compartirlo. Es probable que esos cien hombres pertenecieran a los círculos proféticos con los que vivía Eliseo. Eliseo da la orden de repartir el pan, a la vez que pronuncia el oráculo que ha recibido de Dios (v. 43), y el prodigio se realiza. También Jesucristo obr

La multiplicación de los panes (Jn 6,1-15)

17º domingo del Tiempo ordinario – B. Evangelio 1 Después de esto partió Jesús a la otra orilla del mar de Galilea, el de Tiberíades. 2 Le seguía una gran muchedumbre porque veían los signos que hacía con los enfermos. 3 Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos. 4 Pronto iba a ser la Pascua , la fiesta de los judíos. 5 Jesús, al levantar la mirada y ver que venía hacia él una gran muchedumbre, le dijo a Felipe: —¿Dónde vamos a comprar pan para que coman éstos? 6 —lo decía para probarle, pues él sabía lo que iba a hacer. 7 Felipe le respondió: —Doscientos denarios de pan no bastan ni para que cada uno coma un poco. 8 Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: 9 —Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero, ¿qué es esto para tantos? 10 Jesús dijo: —Mandad a la gente que se siente —había en aquel lugar hierba abundante. Y se sentaron un total de unos cinco mil hombres. 11 Jesús tomó los panes y, desp

Pecado y arrepentimiento de David (2 S 12,7-10.13)

11º domingo del Tiempo ordinario – C. 1ª lectura 7 Dijo entonces Natán a David: —Tú eres ese hombre. Así dice el Señor, Dios de Is­rael: «Yo te he ungido como rey de Israel; Yo te he librado de la mano de Saúl; 8 te he entregado la casa de tu señor y he puesto en tu regazo las mujeres de tu señor; te he dado la casa de Israel y de Judá; y, por si fuera poco, voy a añadirte muchas cosas más. 9 ¿Por qué has despreciado al Señor, haciendo lo que más le desagrada? Has matado a espada a Urías, el hitita; has tomado su mujer como esposa tuya y lo has matado con la espada de los amonitas. 10 Por todo esto, por haberme despreciado y haber tomado como esposa la mujer de Urías, el hitita, la espada no se apartará nunca de tu casa». 13 David dijo a Natán: —He pecado contra el Señor. Natán le respondió: —El Señor ya ha perdonado tu pecado. No morirás. En el párrafo anterior a éste, Natán acaba de interpelar a David con una de las parábolas más bellas del Antiguo Testamento provoca