El Bautismo del Señor – C. Evangelio
15 Como
el pueblo estaba expectante y todos se preguntaban en su interior si acaso Juan
no sería el Cristo, 16 Juan salió al paso diciéndoles a todos:
—Yo os bautizo con agua;
pero viene el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatarle la
correa de las sandalias: él os bautizará en el Espíritu Santo y en fuego.
21 Se
estaba bautizando todo el pueblo. Y cuando Jesús fue bautizado, mientras estaba
en oración, se abrió el cielo 22 y bajó el Espíritu Santo sobre él
en forma corporal, como una paloma. Y se oyó una voz que venía del cielo:
—Tú eres mi Hijo, el
Amado, en ti me he complacido.
Los cuatro
evangelios recogen la actividad del Bautista que precedió la vida pública de
Cristo.
Juan recuerda
que él no es el Mesías, pero que éste está al llegar y que vendrá con el poder
de juez supremo, propio de Dios, y con una dignidad que no tiene parangón
humano (vv. 15-16): «Aprended del mismo Juan un ejemplo de humildad. Le tienen
por Mesías y niega serlo; no se le ocurre emplear el error ajeno en beneficio
propio. (...) Comprendió dónde tenía su salvación; comprendió que no era más
que una antorcha, y temió que el viento de la soberbia la pudiese apagar» (S.
Agustín, Sermones 293,3).
El Bautismo
de Jesús es narrado por los tres evangelios sinópticos. También se encuentran
alusiones a él en el Evangelio de San
Juan (Jn 1,29-34) y en los Hechos de
los Apóstoles (Hch 1,5; 10,38). En todos se presenta como el comienzo del
ministerio, o mejor, como la preparación inmediata a su vida pública. Su
significación es muy rica: es la manifestación (epifanía) de Jesús como Mesías de Israel e Hijo de Dios, y la
aceptación y la inauguración de su misión de «Siervo doliente» (cfr nota a Mt
3,13-17). Para los hombres representa también el signo de la reconciliación del
mundo con Dios (cfr nota a Mc 1,13-17). Este acontecimiento, la adoración de
los Magos (Mt 2,11) y el primer milagro que hizo el Señor en las bodas de Caná
(Jn 2,11) constituyen las tres primeras manifestaciones solemnes de la
divinidad de Cristo; como tales se evocan en la liturgia de la solemnidad de la Epifanía : «Veneremos este
día santo, honrado con tres prodigios: hoy, la estrella condujo a los Magos al
pesebre; hoy, el agua se convirtió en vino en las bodas de Caná; hoy, Cristo
fue bautizado por Juan en el Jordán, para salvarnos. Aleluya» (Liturgia de las
Horas, Antífona del Magnificat 2ª
visperas).
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