20º domingo del Tiempo ordinario – A . Evangelio 21 Después que Jesús salió de allí, se retiró a la región de Tiro y Sidón. 22 En esto una mujer cananea, venida de aquellos contornos, se puso a gritar: —¡Señor, Hijo de David, apiádate de mí! Mi hija está poseída cruelmente por el demonio. 23 Pero él no le respondió palabra. Entonces, se le acercaron sus discípulos para rogarle: —Atiéndela y que se vaya, porque viene gritando detrás de nosotros. 24 Él respondió: —No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 25 Ella, no obstante, se acercó y se postró ante él diciendo: —¡Señor, ayúdame! 26 Él le respondió: —No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perrillos. 27 Pero ella dijo: —Es verdad, Señor, pero también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. 28 Entonces Jesús le respondió: —¡Mujer, qué grande es tu fe! Que sea como tú quieres. Y su hija quedó sana en aquel instante. Tiro y Sidón son...