6º domingo del Tiempo ordinario – B. Evangelio 40 Y vino hacia él un leproso que, rogándole de rodillas, le decía: —Si quieres, puedes limpiarme. 41 Y, compadecido, extendió la mano, le tocó y le dijo: —Quiero, queda limpio. 42 Y al instante desapareció de él la lepra y quedó limpio. 43 Enseguida le conminó y le despidió. 44 Le dijo: —Mira, no digas nada a nadie; pero anda, preséntate al sacerdote y lleva la ofrenda que ordenó Moisés por tu curación, para que les sirva de testimonio. 45 Sin embargo, en cuanto se fue, comenzó a proclamar y a divulgar la noticia, hasta el punto de que ya no podía entrar abiertamente en ninguna ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios. Pero acudían a él de todas partes. Comentario a Marcos 1,40-45 En la lepra, enfermedad repugnante, se veía un castigo de Dios (cfr Lv 13,1ss.; Nm 12,1-15). El enfermo era declarado impuro por la Ley y por eso se le obligaba a vivir aislado para no transmitir la impureza a las personas...