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Mostrando las entradas etiquetadas como Redención

¿Podéis beber el cáliz que yo bebo? (Mc 10,35-45)

29º domingo del Tiempo ordinario – B. Evangelio 35 Entonces se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, diciéndole: —Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir. 36 Él les dijo: —¿Qué queréis que os haga? 37 Y ellos le contestaron: —Concédenos sentarnos uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu gloria. 38 Y Jesús les dijo: —No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo bebo, o recibir el bautismo con que yo soy bautizado? 39 —Podemos —le dijeron ellos. Jesús les dijo: —Beberéis el cáliz que yo bebo y recibiréis el bautismo con que yo soy bautizado; 40 pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde concederlo, sino que es para quienes está dispuesto. 41 Al oír esto los diez comenzaron a indignarse contra Santiago y Juan. 42 Entonces Jes...

Nos eligió para que fuésemos santos (Ef 1,3-14)

15º domingo del Tiempo ordinario – B. 2ª lectura 3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda bendición espiritual en los cielos, 4 ya que en él nos eligió antes de la creación del mundo para que fuéramos santos y sin mancha en su presencia, por el amor; 5 nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por Jesucristo conforme al beneplácito de su voluntad, 6 para alabanza y gloria de su gracia, con la cual nos hizo gratos en el Amado, 7 en quien, mediante su sangre, tenemos la redención, el perdón de los pecados, según las riquezas de su gracia, 8 que derramó sobre nosotros sobreabundantemente con toda sabiduría y prudencia. 9 Nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según el benévolo designio que se había propuesto realizar mediante él 10 y llevarlo a cabo en la plenitud de lo...

Rescatados por la sangre de Cristo (1 P 1,17-21)

Domingo 3º de Pascua – A. 2ª lectura 17 Y si llamáis Padre al que sin hacer acepción de personas juzga a cada uno según sus obras, comportaos con temor durante el tiempo de vuestra peregrinación; 18 sabiendo que habéis sido rescatados de vuestra conducta vana, heredada de vuestros mayores, no con bienes corruptibles, plata u oro, 19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como cordero sin defecto ni mancha, 20 predestinado ya antes de la creación del mundo y manifestado al final de los tiempos para vuestro bien; 21 para quienes por medio de él creéis en Dios, que le resucitó de entre los muertos y le glorificó, de modo que vuestra fe y vuestra esperanza se dirijan a Dios. El fundamento de la liberación del pecado y de la santidad es el sacrifi­cio de Cristo. San Pedro acude a la imagen y al vocabulario de la redención de un esclavo que pasa a ser hombre libre. Es también una alusión al éxodo: tras la inmolación del cordero pascual, Israel fue liberado por Dios de la esclavitud de...