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Mostrando las entradas etiquetadas como Oración

Vigilad, orando en todo tiempo (Lc 21,25-28.34-36)

1º domingo de Adviento – C. Evangelio 25 Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y sobre la tierra angustia de las gentes, consternadas por el estruendo del mar y de las olas: 26 y los hombres perderán el aliento a causa del terror y de la ansiedad que sobrevendrán a toda la tierra. Porque las potestades de los cielos se conmoverán. 27 Entonces verán al Hijo del Hombre que viene sobre una nube con gran poder y gloria. 28 Cuando comiencen a suceder estas cosas, erguíos y levantad la cabeza porque se aproxima vuestra redención. 34 Vigilaos a vosotros mismos, para que vuestros corazones no estén ofuscados por la crápula, la embriaguez y los afanes de esta vida, y aquel día no sobrevenga de improviso sobre vosotros, 35 porque caerá como un lazo sobre todos aquellos que habitan en la faz de toda la tierra. 36 Vigilad orando en todo tiempo, a fin de que podáis evitar tod...

Es un hombre santo de Dios (2 R 4,8-11.14-16a)

13º domingo del Tiempo ordinario – A . 1ª lectura 8 Un día Eliseo pasaba por Sunem, y vivía allí una mujer importante que le porfiaba para que se quedara a comer. Desde aquel día, cuando pasaba se quedaba allí a comer. 9 Dijo la mujer a su marido: —Mira, sé que el que pasa siempre junto a nosotros es un hombre de Dios, un santo. 10 Por favor, hagamos una pequeña habitación en la parte de arriba y pongamos allí una cama, una mesa, una silla y un candelabro, y así, cuando venga a nosotros, se instalará ahí. 11 Un día llegó allí Eliseo, se instaló en la habitación y se acostó. 14 Eliseo preguntó: —¿Qué hacer, pues, por ella? Respondió Guejazí: —No tiene hijos y su marido es anciano. 15 Dijo Eliseo: —Llámala. La llamó de nuevo y ella se detuvo en la puerta. 16 Él le dijo: —El año próximo, por este tiempo, tú abrazarás un hijo. Eliseo aparece como un profeta itinerante que sólo va acompañado por su criado y que tiene su punto de referencia en el Carmelo: s...

El fariseo y el publicano (Lc 18,9-14)

30º domingo del Tiempo ordinario – C. Evangelio 9 Dijo también esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos teniéndose por justos y despreciaban a los demás: 10 —Dos hombres subieron al Templo a orar: uno era fariseo y el otro publicano. 11 El fariseo, quedándose de pie, oraba para sus adentros: «Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni como ese publicano. 12 Ayuno dos veces por semana, pago el diezmo de todo lo que poseo». 13 Pero el publicano, quedándose lejos, ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: «Oh Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador». 14 Os digo que éste bajó justificado a su casa, y aquél no. Porque todo el que se ensalza será humillado, y todo el que se humilla será ensalzado. La oración, además de ser perseverante, tiene que ser humilde. Es lo que enseña esta parábola: «¿Desde dónde hablamos cuando oramos? ¿Desde la altura de nuestro orgullo y...

La oración del humilde traspasa las nubes (Si 35,12-14.16-18)

30º domingo del Tiempo ordinario – C. 1ª lectura 12  El Señor es juez, y en Él no cuenta la categoría de las personas, 13 ni hace acepción de personas contra el pobre, pero, en cambio, escucha la plegaria del oprimido. 14 No desestima la súplica del huérfano, ni de la viuda, cuando se desahoga en lamentos. 16 El que sirve a Dios será escuchado con benevolencia, su plegaria subirá hasta las nubes. 17 La oración del humilde traspasa las nubes, y hasta que no alcanza su fin no se contenta, 18   ni desiste hasta que el Altísimo la atienda, y haga justicia a los justos dictando sentencia. El Sirácida dice quién es Dios —un buen pagador, juez justo, que retribuye a cada uno según sus obras— y quién es el escuchado por Dios: el que da con generosidad, el oprimido, el huérfano y la viuda, el que le sirve, el humilde. La mayor parte de estas cualidades —tanto las de Dios como las de quien se dirige a Él— las ve el lector del Nuevo Testamento compendia...

Perseverancia en la oración (Lc 18,1-8)

29º domingo del Tiempo ordinario – C. Evangelio 1 Les proponía una parábola sobre la necesidad de orar siempre y no desfallecer, 2 diciendo: —Había en una ciudad un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. 3 También había en aquella ciudad una viuda, que acudía a él diciendo: «Hazme justicia ante mi adversario». 4 Y durante mucho tiempo no quiso. Sin embargo, al final se dijo a sí mismo: «Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, 5 como esta viuda está molestándome, le haré justicia, para que no siga viniendo a importunarme». 6 Concluyó el Señor: —Prestad atención a lo que dice el juez injusto. 7 ¿Acaso Dios no hará justicia a sus elegidos que claman a Él día y noche, y les hará esperar? 8 Os aseguro que les hará justicia sin tardanza. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra? La parábola contiene una enseñanza muy expresiva sobre la necesidad de la perseverancia en la oración y sobre su eficacia. El v. 1 ha sido fuente de enseñ...

Cuando Moisés alzaba las manos, vencía Israel (Ex 17,8-13)

29º domingo del Tiempo ordinario – C. 1ª lectura 8 Vino entonces Amalec y atacó a Israel en Refidim. 9 Moisés dijo a Josué: —Elige unos hombres y sal a combatir contra Amalec. Yo estaré de pie en la cima del monte con el bastón de Dios en la mano. 10 Hizo Josué como Moisés le había ordenado y combatió contra Amalec; mientras, Moisés, Aarón y Jur subieron a la cima del monte. 11 Resultó que cuando Moisés alzaba las manos, vencía Israel, pero cuando las dejaba caer, vencía Amalec. 12 Como se le cansaban las manos a Moisés, acercaron una piedra, se la pusieron debajo y se sentó sobre ella, en tanto que Aarón y Jur le sujetaban las manos, cada uno por un lado. Y así sus manos se mantuvieron en alto hasta la puesta del sol. 13 Josué derrotó a Amalec y a su pueblo a filo de espada. Junto a la falta de alimento y de agua, los israelitas tendrían que afrontar en el desierto los ataques de otros grupos que les disputarían los pozos o los pastos. La confrontación con los amalecitas en...

Padre nuestro (Lc 11,1-13)

17º domingo del Tiempo ordinario – C. Evangelio 1 Estaba haciendo oración en cierto lugar. Y cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: —Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos. 2 Él les respondió: —Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino; 3  sigue dándonos cada día nuestro pan cotidiano; 4  y perdónanos nuestros pecados, puesto que también nosotros perdonamos a todo el que nos debe; y no nos pongas en tentación. 5 Y les dijo: —¿Quién de vosotros que tenga un amigo y acuda a él a media noche y le diga: «Amigo, préstame tres panes, 6 porque un amigo mío me ha llegado de viaje y no tengo qué ofrecerle», 7 le responderá desde dentro: «No me molestes, ya está cerrada la puerta; los míos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos»? 8 Os digo que, si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos por su impertinencia se levantará para darle cuanto necesite. 9 Así pues, yo os digo: ...

Abrahán intercede por Sodoma (Gn 18,20-32)

17º domingo del Tiempo ordinario – C. 1ª lectura 20 Dijo el Señor a Abrahán: —Se ha extendido un gran clamor contra Sodoma y Gomorra, y su pecado es gravísimo; 21 bajaré y veré si han obrado en todo según ese clamor que contra ella ha llegado hasta mí, y si no es así lo sabré. 22 Los hombres partieron de allí y se dirigieron a Sodoma, mientras Abrahán permanecía todavía junto al Señor. 23 Abrahán se acercó a Dios y le dijo: —¿Vas a destruir al justo con el malvado? 24 Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad; ¿la vas a destruir?, ¿no la perdonarás en atención a los cincuenta justos que haya dentro de ella? 25 Lejos de ti hacer tal cosa; matar al justo con el malvado, y equiparar al justo y al malvado; lejos de ti. ¿Es que el juez de toda la tierra no va a hacer justicia? 26 El Señor respondió: —Si encuentro en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, la perdonaré en atención a ellos. 27 Abrahán contestó diciendo: —Soy en verdad un atrevido al hablar a mi S...

Para vencer el pecado (Mt 18,15-20)

23º domingo del Tiempo ordinario – A . Evangelio 21 Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a 15 Si tu hermano peca contra ti, vete y corrígele a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. 16 Si no escucha, toma entonces contigo a uno o dos, para que cualquier asunto quede firme por la palabra de dos o tres testigos. 17 Pero si no quiere escucharlos, díselo a la Iglesia. Si tampoco quiere escuchar a la Iglesia, tenlo por pagano y publicano. 18 Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. 19 Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra sobre cualquier cosa que quieran pedir, mi Padre que está en los cielos se lo concederá. 20 Pues donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. El pasaje recoge tres notas para la vida de la Iglesia: la práctica de la fraterni...

Perseverancia en la oración (Lc 18,1-8)

29º domingo del Tiempo ordinario – C. Evangelio 1 Les proponía una parábola sobre la necesidad de orar siempre y no desfallecer, 2 diciendo: —Había en una ciudad un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. 3 También había en aquella ciudad una viuda, que acudía a él diciendo: «Hazme justicia ante mi adversario». 4 Y durante mucho tiempo no quiso. Sin embargo, al final se dijo a sí mismo: «Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, 5 como esta viuda está molestándome, le haré justicia, para que no siga viniendo a importunarme». 6 Concluyó el Señor: —Prestad atención a lo que dice el juez injusto. 7 ¿Acaso Dios no hará justicia a sus elegidos que claman a Él día y noche, y les hará esperar? 8 Os aseguro que les hará justicia sin tardanza. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra? La parábola contiene una enseñanza muy expresiva sobre la necesidad de la perseverancia en la oración y sobre su eficacia. El v. 1 ha sido fuente de...