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Mostrando entradas de julio, 2023

La transfiguración de Jesús (Mt 17,1-9)

Fiesta de la Transfiguración – A. Evangelio 1 Seis días después, Jesús se llevó con él a Pedro, a Santiago y a Juan su hermano, y los condujo a un monte alto, a ellos solos. 2 Y se transfiguró ante ellos, de modo que su rostro se puso resplandeciente como el sol, y sus vestidos blancos como la luz. 3 En esto, se les aparecieron Moisés y Elías hablando con él. 4 Pedro, tomando la palabra, le dijo a Jesús: —Señor, qué bien estamos aquí; si quieres haré aquí tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. 5 Todavía estaba hablando, cuando una nube de luz los cubrió y una voz desde la nube dijo: —Éste es mi Hijo, el Amado, en quien me he complacido: escuchadle. 6 Los discípulos al oírlo cayeron de bruces llenos de temor. 7 Entonces se acercó Jesús y los tocó y les dijo: —Levantaos y no tengáis miedo. 8 Al alzar sus ojos no vieron a nadie: sólo a Jesús. 9 Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: - No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del Homb

La multiplicación de los panes (Mt 14,13-21)

18º domingo del Tiempo ordinario – A . Evangelio 13 Al oírlo Jesús se alejó de allí en una barca hacia un lugar apartado él solo. Cuando la gente se enteró le siguió a pie desde las ciudades. 14 Al desembarcar vio una gran muchedumbre y se llenó de compasión por ella y curó a los enfermos. 15 Al atardecer se acercaron sus discípulos y le dijeron: —Éste es un lugar apartado y ya ha pasado la hora; despide a la gente para que vayan a las aldeas a comprarse alimentos. 16 Pero Jesús les dijo: —No hace falta que se vayan, dadles vosotros de comer. 17 Ellos le respondieron: —Aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces. 18 Él les dijo: —Traédmelos aquí. 19 Entonces mandó a la gente que se acomodara en la hierba. Tomó los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los dio a los discípulos y los discípulos a la gente. 20 Comieron todos hasta que quedaron satisfechos, y de los trozos que sobraron recogieron doce ces

¿Quién nos apartará del amor de Cristo? (Rm 8,35.37-39)

18º domingo del Tiempo ordinario – A . 2ª lectura 35 ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, o la persecución, o el hambre, o la desnudez, o el peligro, o la espada? 37 Pero en todas estas cosas vencemos con creces gracias a aquel que nos amó. 38 Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las cosas presentes, ni las futuras, ni las potestades, 39 ni la altura, ni la profundidad, ni cualquier otra criatura podrá separarnos del amor de Dios, que está en Cristo Jesús, Señor nuestro. Estos versículos son como una recapitulación de lo expuesto en todo el capítulo. Expresan una de las declaraciones más elocuentes de Pablo: la fuerza omnipotente de Aquel que ama a la criatura humana, hasta el punto de entregar a la muerte a su propio Hijo Unigénito, hará que salgamos victoriosos de los ataques y padecimientos. Los cristianos, con tal de que queramos acoger los beneficios divinos, podemos tener la cer

¡Sedientos, venid a las aguas! (Is 55,1-3)

18º domingo del Tiempo ordinario – A . 1ª lectura 1 ¡Todos los sedientos, venid a las aguas! Y los que no tengáis dinero, ¡venid! Comprad y comed. Venid. Comprad, sin dinero y sin nada a cambio, vino y leche. 2 ¿Por qué gastáis dinero en lo que no es pan, y vuestros salarios en lo que no sacia? Escuchadme con atención y comeréis cosa buena, y os deleitaréis con manjares substanciosos. 3 Prestad oído y venid a mí. Escuchad y vivirá vuestra alma. Sellaré con vosotros una alianza eterna, las misericordias fieles prometidas a David. La invitación al banquete de la Alianza sirve de epílogo a la segunda parte del libro de Isaías, y evoca los mismos temas del cap. 40, que viene a ser su prólogo. Ambos capítulos dan unidad literaria y temática a esta parte del libro. De alguna manera el oráculo aquí recogido resume la doctrina de los capítulos precedentes: la invitación al banquete de la Alianza (vv. 1-3), que recuerda al que celebró Moisés en el Sinaí (Ex 24,5.

El tesoro escondido (Mt 13,44-52)

17º domingo del Tiempo ordinario – A . Evangelio 44 El Reino de los Cielos es como un tesoro escondido en el campo que, al encontrarlo un hombre, lo oculta y, en su alegría, va y vende todo cuanto tiene y compra aquel campo. 45 Asimismo el Reino de los Cielos es como un comerciante que busca perlas finas 46 y, cuando encuentra una perla de gran valor, va y vende todo cuanto tiene y la compra. 47 Asimismo el Reino de los Cielos es como una red barredera que se echa en el mar y recoge todo clase de cosas. 48 Y cuando está llena la arrastran a la orilla, y se sientan para echar lo bueno en cestos, y lo malo tirarlo fuera. 49 Así será al fin del mundo: saldrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos 50 y los arrojarán al horno del fuego. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. 51 ¿Habéis entendido todo esto? —Sí —le respondieron. 52 Él les dijo: —Por eso, todo escriba instruido en el Reino de los Cielos es como un hombre, amo de su casa, qu

Todo coopera para el bien de los que aman a Dios (Rm 8,28-30)

17º domingo del Tiempo ordinario – A . 2ª lectura 28 Sabemos que todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios, de los que son llamados según su designio. 29 Porque a los que de antemano eligió también predestinó para que lleguen a ser conformes a la imagen de su Hijo, a fin de que él sea primogénito entre muchos hermanos. 30 Y a los que predestinó también los llamó, y a los que llamó también los justificó, y a los que justificó también los glorificó. Nada del porvenir es dejado por Dios al acaso. Elección, predestinación, llamamiento, justificación y glorificación forman parte de su designio salvador: «Todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios» (v. 28). El sentido de la filiación divina nos hace descubrir que los acontecimientos de nuestra vida están dirigidos por la amable Voluntad de Dios y nos llena de esperanza y paz. Las palabras inspiradas del Apóstol son punto de apoyo del sentido de filiación divina en la vida y en la catequesis de S

Concede a tu siervo un corazón dócil (1 R 3,5.7-12)

17º domingo del Tiempo ordinario – A . 1ª lectura 5 En Gabaón, el Señor se apareció a Salomón en sueños durante la noche. Y Dios le dijo: —Pide qué quieres que te dé. Salomón respondió: — 7 Ahora, Señor, Dios mío, Tú has hecho reinar a tu siervo en lugar de mi padre David. Yo soy un niño pequeño que no sé conducirme; 8 tu siervo está en medio del pueblo que Tú te elegiste, un pueblo numeroso que no puede ser contado ni censado debido a su multitud. 9 Concede a tu siervo un corazón dócil para juzgar a tu pueblo y para saber discernir entre el bien y el mal. Pues, ¿quién podrá juzgar a tu pueblo siendo éste tan grande? 10 Fue grato a los ojos del Señor que Salomón hubiera pedido tal cosa. 11 Y Dios le respondió: —Porque has hecho esta petición y no has pedido para ti ni muchos años, ni riquezas, ni la vida de tus enemigos, sino que pediste para ti discernimiento para escuchar juicios, 12 mira que yo he obrado según tus palabras: te he dado un corazón sabio e inteligente; h

El trigo y la cizaña (Mt 13,24-43)

16º domingo del Tiempo ordinario – A . Evangelio 24 Les propuso otra parábola: —El Reino de los Cielos es como un hombre que sembró buena semilla en su campo. 25 Pero, mientras dormían los hombres, vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. 26 Cuando brotó la hierba y echó espiga, entonces apareció también la cizaña. 27 Los siervos del amo de la casa fueron a decirle: «Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?» 28 Él les dijo: «Algún enemigo lo habrá hecho». Le respondieron los siervos: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?» 29 Pero él les respondió: «No, no vaya a ser que, al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. 30 Dejad que crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega les diré a los segadores: “Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla; el trigo, en cambio, almacenadlo en mi granero”». 31 Les propuso otra parábola: —El Reino de los Cielos es como un grano de mostaza que t

El Espíritu acude en ayuda de nuestra flaqueza (Rm 8,26-27)

16º domingo del Tiempo ordinario – A . 2ª lectura 26 Asimismo también el Espíritu acude en ayuda de nuestra flaqueza: porque no sabemos lo que debemos pedir como conviene; pero el mismo Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables. 27 Pero el que sondea los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, porque intercede según Dios en favor de los santos. El pueblo de Israel había entendido que era el primogénito de Dios, y sus hijos, hijos de Dios en cuanto miembros del pueblo (cfr Ex 4,22-23; Is 1,2); sin embargo, San Pablo explica ahora que la relación del hombre con Dios ha sido restablecida de modo nuevo e insospechado merced al Espíritu de Jesucristo, el único y verdadero Hijo de Dios. Gracias al Espíritu, el cristiano puede participar en la vida de Cristo, Hijo de Dios por naturaleza. Esta participación viene a ser entonces una «adopción filial» (cfr Rm 8,15) y por eso puede llamar individualmente a Dios: «¡ Abbá , Padre!», como lo hacía Jesús. Al ser, por adopción

Tú das ocasión para el arrepentimiento (Sb 12,13.16-19)

16º domingo del Tiempo ordinario – A . 1ª lectura 13 Fuera de ti no hay otro Dios que se cuide de todo, al que tengas que explicar que no juzgaste injustamente. 16 Tu poder es el principio de la justicia,   y el ser Señor de todas las cosas te hace perdonar a todos. 17 Muestras tu fuerza al que no cree en la perfección de tu poder, y a quienes la reconocen dejas convictos de su atrevimiento. 18 Tú, dueño de la fuerza, juzgas con benignidad, y nos gobiernas con gran indulgencia; porque, cuando quieres, haces valer tu poder. 19 Por estos hechos enseñaste a tu pueblo que el justo ha de ser amigo del hombre, y llenaste a tus hijos de buena esperanza, pues, después de pecar, das ocasión para el arrepentimiento. La perícopa está impregnada de la fe más recia en la bondad y poder de Dios, que es único y omnipotente y no tiene que rendir cuentas a nadie (vv. 13-14). Aquí el libro de la Sabiduría conecta con la tradición sapiencial (cfr por ej., Jb 9) y con

El sembrador (Mt 13,1-23)

15º domingo del Tiempo ordinario – A . Evangelio 1 Aquel día salió Jesús de casa y se sentó a la orilla del mar. 2 Se reunió en torno a él una multitud tan grande, que tuvo que subir a sentarse en una barca, mientras toda la multitud permanecía en la playa. 3 Y se puso a hablarles muchas cosas con parábolas: —Salió el sembrador a sembrar. 4 Y al echar la semilla, parte cayó junto al camino y vinieron los pájaros y se la comieron. 5 Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra y brotó pronto por no ser hondo el suelo; 6 pero al salir el sol, se agostó y se secó porque no tenía raíz. 7 Otra parte cayó entre espinos; crecieron los espinos y la ahogaron. 8 Otra, en cambio, cayó en buena tierra y comenzó a dar fruto, una parte el ciento, otra el sesenta y otra el treinta. 9 El que tenga oídos, que oiga. 10 Los discípulos se acercaron a decirle: —¿Por qué les hablas con parábolas? 11 Él les respondió: —A vosotros se os ha concedido el conocer los misterios

La creación será liberada de la esclavitud de la corrupción (Rm 8,18-23)

15º domingo del Tiempo ordinario – A . 2ª lectura 18 Porque estoy convencido de que los padecimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria futura que se va a manifestar en nosotros. 19 En efecto, la espera ansiosa de la creación anhela la manifestación de los hijos de Dios. 20 Porque la creación se ve sujeta a la vanidad, no por su voluntad, sino por quien la sometió, con la esperanza 21 de que también la misma creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para participar de la libertad gloriosa de los hijos de Dios. 22 Pues sabemos que la creación entera gime y sufre con dolores de parto hasta el momento presente. 23 Y no sólo ella, sino que nosotros, que poseemos ya los primeros frutos del Espíritu, también gemimos en nuestro interior aguardando la adopción de hijos, la redención de nuestro cuerpo. En continuidad con la enseñanza de los profetas que anunciaban unos «nuevos cielos y una tierra nueva» (Is 65,17; 66,22), Pablo amplía la liberación obr

Mi palabra no volverá a mí de vacío (Is 55,10-11)

15º domingo del Tiempo ordinario – A . 1ª lectura 10 Como la lluvia y la nieve descienden de los cielos, y no vuelven allá, sino que riegan la tierra, la fecundan, la hacen germinar, y dan simiente al sembrador y pan a quien ha de comer, 11 así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí de vacío, sino que hará lo que Yo quiero y realizará la misión que le haya confiado. Con comparaciones muy expresivas, especialmente para los países áridos del Oriente, se describe la eficacia poderosa y fecunda de la palabra de Dios. Ella realiza la salvación que anuncia. Esta palabra de Dios personificada (cfr Sb 8,4; 9,9-10; 18,14-15) es figura de la Encarnación de Jesucristo, Palabra eterna del Padre, que desciende a la tierra para salvar a los hombres. «No volverá a mí vacía y estéril [la palabra de Dios], dice, sino que prosperará en todas las cosas, se nutrirá hasta saciarse con las buenas acciones de aquellos que, obedeciéndola, ejecutarán sus enseñanzas. Cier

Venid a mí todos los fatigados y agobiados, y yo os aliviaré (Mt 11,25-30)

14º domingo del Tiempo ordinario – A . Evangelio 25 En aquella ocasión Jesús declaró: —Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y las has revelado a los pequeños. 26 Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. 27 Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo. 28 Venid a mí todos los fatigados y agobiados, y yo os aliviaré. 29 Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas: 30 porque mi yugo es suave y mi carga es ligera. En contraste con los que no creen en Él, Jesús se llena de gozo por los que le aceptan, la gente sencilla y humilde, que no confía en su propia sabiduría, que no se estiman a sí mismos por prudentes y sabios. El pasaje se ha denominado en alguna ocasión la joya de los evangelios sinópticos, porque recoge la ora

El Espíritu de Dios habita en vosotros (Rm 8,9.11-13)

14º domingo del Tiempo ordinario – A . 2ª lectura 9 Ahora bien, vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios habita en vosotros. Si alguien no tiene el Espíritu de Cristo, ése no es de él. 11 Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el mismo que resucitó a Cristo de entre los muertos dará vida también a vuestros cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que habita en vosotros. 12 Así pues, hermanos, no somos deudores de la carne de modo que vivamos según la carne. 13 Porque si vivís según la carne, moriréis; pero, si con el Espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis. San Pablo había especificado dos maneras en las que se puede vivir en este mundo (cfr. Rm 8,5-8). La primera es la vida según el Espíritu, con arreglo a la cual se busca a Dios por encima de todas las cosas y se lucha, con su gracia, contra las inclinaciones de la concupiscencia. La segunda es la vida según la ca

Regocíjate, hija de Sión (Za 9,9-10)

14º domingo del Tiempo ordinario – A . 1ª lectura 9 Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, hija de Jerusalén, mira, tu rey viene hacia ti, es justo y salvador, montado sobre un asno, sobre un borrico, cría de asna. 10 Destrozará los carros de Efraím, los caballos de Jerusalén; serán rotos los arcos de guerra, anunciará la paz a las naciones y su dominio se extenderá de mar a mar y desde el Río hasta los confines de la tierra. El profeta habla ahora directamente a Jerusalén («hija de Sión») y a sus habitantes («hija de Jerusalén») como representantes de todo el pueblo elegido. La invitación a regocijarse y cantar de júbilo es frecuente en el Antiguo Testamento para celebrar la llegada de los tiempos mesiánicos (cfr Is 12,6; 54,1; So 3,14); aquí porque llega a Jerusalén su rey. Aunque no se dice expre­samente, se entiende que es el descendiente de David, haciéndose eco de 2 S 7,12-16; Is 7,14. Este rey se distingue por lo que es y por lo que hace. El térm