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Mostrando entradas de enero, 2021

Vuestros cuerpos son miembros de Cristo (1 Co 6,13c-15a.17-20)

  2º domingo del Tiempo ordinario – B. 2ª lectura 13c El cuerpo no es para la fornicación sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. 14 Y Dios, que resucitó al Señor, también nos resucitará a nosotros por su poder. 15 ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? 17 El que se une al Señor se hace un solo espíritu con él. 18 Huid de la fornicación. Todo pecado que un hombre comete queda fuera de su cuerpo; pero el que fornica peca contra su propio cuerpo. 19 ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis? 20 Habéis sido comprados mediante un precio. Glorificad, por tanto, a Dios en vuestro cuerpo. El cristiano, cuerpo y alma, es miembro de Cristo (v. 15). Esta afirmación impresionante y novedosa es clave en la enseñanza paulina y en la doctrina cristiana: el cristiano ha sido incorporado a Cristo por el Bautismo y está destinado a permanecer estrechamente unido a Él, a vivir su misma

Habla Señor, que tu siervo escucha (1 S 3,3b-10.19)

  2º domingo del Tiempo ordinario – B. 1ª lectura 3b   Samuel estaba acostado en el Santuario del Señor donde estaba el arca de Dios. 4 Entonces el Señor le llamó: —¡Samuel, Samuel! Él respondió: —Aquí estoy. 5 Y corrió hasta Elí y le dijo: —Aquí estoy porque me has llamado. Pero Elí le respondió: —No te he llamado. Vuelve a acostarte. Y fue a acostarse. 6 El Señor lo llamó de nuevo: —¡Samuel! Se levantó, fue hasta Elí y le dijo: —Aquí estoy porque me has llamado. Pero Elí contestó: —No te he llamado, hijo mío. Vuelve a acostarte 7 —Samuel todavía no reconocía al Señor, pues aún no se le había revelado la palabra del Señor. 8 Volvió a llamar el Señor por tercera vez a Samuel. Él se levantó, fue hasta Elí y le dijo: —Aquí estoy porque me has llamado. Comprendió entonces Elí que era el Señor quien llamaba al joven, 9 y le dijo: —Vuelve a acostarte y si te llaman dirás: «Habla, Señor, que tu siervo escucha». Samuel se fue y se acostó en su aposento. 1

El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros (Jn 1-18)

Domingo 2º después de Navidad. Evangelio 1 En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. 2 Él estaba en el principio junto a Dios. 3 Todo se hizo por él, y sin él no se hizo nada de cuanto ha sido hecho. 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 Y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron. 6 Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. 7 Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos creyeran. 8 No era él la luz, sino el que debía dar testimonio de la luz. 9 El Verbo era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre, que viene a este mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo se hizo por él, y el mundo no le conoció. 11 Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron. 12 Pero a cuantos le recibieron les dio la potestad de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre, 13 que no han nacido de la sangre, ni

Hijos en el Hijo (Ef 1,3-6.15-18)

Domingo 2º después de Navidad. 2ª lectura 3  Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda bendición espiritual en los cielos, 4 ya que en él nos eligió antes de la creación del mundo para que fuéramos santos y sin mancha en su presencia, por el amor; 5 nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por Jesucristo conforme al beneplácito de su voluntad, 6 para alabanza y gloria de su gracia, con la cual nos hizo gratos en el Amado. 15 Por eso, también yo, al tener noticias de vuestra fe en el Señor Jesús y de la caridad con todos los santos, 16 no ceso de dar gracias por vosotros, al recordaros en mis oraciones, 17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda el Espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle; 18 iluminando los ojos de vuestro corazón, para que sepáis cuál es la esperanza a las que os llama, cuáles las riquezas de gloria dejadas en su herencia a los santo

La Sabiduría eterna pone su morada entre los hombres (Sir 24,1-4.12-16)

Domingo 2º después de Navidad. 1ª lectura 1 La sabiduría se elogia por sí misma y se gloría en medio de su pueblo. 2 Abre su boca en la asamblea del Altísimo y, en presencia de su majestad, se gloría. 3 En medio de su pueblo será ensalzada, en la totalidad de los santos será admirada, 4 en la multitud de los elegidos recibirá alabanza, y entre los bienaventurados será bendita. 12 Entonces, el creador del universo me dio una orden, el que me creó me hizo reposar mi tienda, 13 y me dijo: «¡Pon tu morada en Jacob, y toma como herencia a Israel!». 14 Antes de los siglos, en el principio, Él me creó, y por los siglos no dejaré de existir. 15 En el tabernáculo santo, en su presencia, le di culto, y así me establecí en Sión. En la ciudad amada me dio descanso, y en Jerusalén está mi potestad. 16 Arraigué en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad, en la reunión de los santos hago mi parada. Muchos autores ven en este capítulo el centro del libro del