3º domingo de Adviento – C. 1ª lectura
14 Canta de gozo, hija de Sión,
alborózate,
Israel,
alégrate
y disfruta de todo corazón,
hija
de Jerusalén:
15 El Señor revocó tu sentencia,
echó
afuera a tus enemigos;
el
Señor, Rey de Israel,
está
en medio de ti;
no
temerás más la desgracia.
16 Aquel día se dirá a Jerusalén:
«¡No
temas, Sión,
no
desfallezcan tus manos!
17 El Señor, tu Dios,
está
en medio de ti
como
poderoso Salvador.
Él
disfrutará de ti con alegría,
te
renovará su amor,
se
regocijará en ti con canto alegre,
18 como en los días de fiesta.
Ahora la promesa de salvación se transforma en un canto de júbilo. El
Señor, Salvador, viviendo en medio de su pueblo (v. 17), hace que todo sea alegría
(v. 14) y no haya lugar para el temor (v. 16).
El lector cristiano, al leer estos versículos no puede dejar de pensar
en la escena de la anunciación a Santa María. También a María, la Virgen humilde (Lc 1,48),
se le invita a alegrarse (Lc 1,28) y a no tener miedo (Lc 1,30), porque el
Señor está con Ella (Lc 1,28). Y es que, realmente, con la Encarnación del Verbo,
el Señor pasó a habitar en medio de su pueblo, y la salvación prometida se vio
realizada.
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