Ir al contenido principal

Quien teme al Señor honra a sus padres (Si 3,3-7.14-16)

Sagrada Familia. 1ª lectura

3 El Señor glorifica al padre en los hijos,
y establece la autoridad de la madre sobre la prole.
4 Quien honra al padre expía los pecados;
5 quien da gloria a la madre es como si juntara tesoros.
6 El que honra al padre recibirá alegría de sus hijos,
y será escuchado en el día de su plegaria.
7 Quien honra al padre vivirá largos días;
y quien obedece al Señor será el consuelo de su madre.
14 Hijo, socorre a tu padre en la vejez,
y no le entristezcas durante su vida.
15 Aunque perdiese el juicio, sé indulgente con él,
y no le desprecies cuando tú estés en pleno vigor;
16 pues la piedad con el padre no será olvidada,
sino que te servirá de disculpa frente a tus pecados.

Comentario a Eclesiástico 3,3-7.14-16

La sabiduría tradicional invita a observar atentamente lo que sucede, para encontrar los modos más eficaces de alcanzar la felicidad. Desde esa perspectiva se contemplan ahora las relaciones de los hijos con sus padres: honrar a los padres trae beneficios.

Sin embargo, la perspectiva de Ben ­Sirac es, por encima de todo, religiosa. El Decálogo así lo establecía claramente: «Honra a tu padre y a tu madre, como te mandó el Señor, tu Dios, para que se alarguen tus días y te vaya bien en la tierra» (Dt 5,16; cfr Ex 20,12), y estos versículos son una preciosa glosa, en la que no se ahorran elogios para quien cumple delicadamente este mandamiento. Con todo, el v. 3 señala también un hondo motivo para vivir la piedad filial: los buenos hijos son, sobre todo, honra gloriosa para los padres. Con razón la liturgia de la Iglesia recoge estos versículos como primera lectura en la fiesta de la Sagrada Familia, pues Dios honró a Santa María y a San José con Jesús.

Finalmente (cfr vv. 14-16), el texto se detiene en los deberes de piedad filial cuando los padres no pueden valerse por sí mismos: «El cuarto mandamiento recuerda a los hijos mayores de edad sus responsabilidades para con los padres. En la medida en que ellos pueden, deben prestarles ayuda material y moral en los años de vejez y durante sus enfermedades, y en momentos de soledad o de abatimiento. Jesús recuerda este deber de gratitud (cfr Mc 7,10-12)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2218).

Foto de Jessica Rockowitz en Unsplash

Comentarios

Entradas más visitadas de este blog

Si perseveramos, reinaremos con Él (2 Tm 2,8-13)

28º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 8 Acuérdate de Jesucristo resucitado de entre los muertos, descendiente de David , como predico en mi evangelio, 9 por el que estoy sufriendo hasta verme entre cadenas como un malhechor: ¡pero la palabra de Dios no está encadenada! 10 Por eso, todo lo soporto por los elegidos, para que también ellos alcancen la salvación , que está en Cristo Jesús , junto con la gloria eterna. 11 Podéis estar seguros: Si morimos con él, también viviremos con él; 12 si perseveramos, también reinaremos con él; si lo negamos, también él nos negará; 13 si no somos fieles, él permanece fiel, pues no puede negarse a sí mismo. Comentario a 2 Timoteo 2,8-13 Los padecimientos de Pablo, encarcelado por predicar el Evangelio , son un título de gloria, pues en el martirio el discípulo se asemeja al Maestro. Por los méritos de Cristo se alcanza la salva­ción. Además, ninguna dificultad externa es obstáculo infranqueable para la difusión del Evangelio: ...

Himno a la caridad (1 Co 12,31—13,13)

4º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 12,31 Aspirad a los carismas mejores. Sin embargo, todavía os voy a mostrar un camino más excelente. 13,1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, sería como el bronce que resuena o un golpear de platillos. 2 Y aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, no sería nada. 3 Y aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, si no tengo caridad, de nada me aprovecharía. 4 La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, 5 no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, 6 no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; 7 todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 La caridad n...

La curación de Naamán el sirio (2 R 5,14-17)

28º domingo del Tiempo ordinario – C. 1ª lectura 14 Naamán bajó y se metió siete veces en el Jordán , conforme a la palabra del hombre de Dios, y entonces su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio. 15 Volvió con todo su acompañamiento adonde estaba el hombre de Dios, entró y se detuvo ante él diciendo: —Reconozco ciertamente que no hay otro Dios en toda la tierra sino el Dios de Israel . Ahora, por favor, recibe un regalo de tu siervo. 16 Le respondió: —Por la vida del Señor en cuya presencia me mantengo, que no lo aceptaré. Le insistió para que lo aceptase, pero él rehusó. 17 Dijo entonces Naamán: —Pues si no, que se le conceda a tu siervo la carga de tierra de un par de mulas, pues tu siervo no ha de ofrecer holocausto ni sacrificio alguno a otros dioses, sino al Señor. Comentario a 2 Reyes 5,14-17 La curación se debe a Dios, como lo reconocerá Naamán, y no a una cualidad especial de aquellas aguas. Pero se requiere la obediencia probada, que en la his...