4º domingo de Cuaresma – C. 1ª lectura
9El
Señor dijo a Josué:
—Hoy os he quitado de encima el oprobio de Egipto.
10Los
israelitas estaban acampados en Guilgal y celebraron la Pascua la tarde del día
catorce de ese mes en las estepas de Jericó. 11Y desde el mismo día
siguiente a la Pascua
comieron de los productos de la tierra: panes ácimos y grano tostado. 12El
maná desapareció a partir de ese día en que comieron los productos de la
tierra. El maná se terminó para los israelitas, pero aquel año comieron de lo
que produjo la tierra de Canaán.
Una vez que han sido circuncidados los varones para poder celebrar la Pascua (vv. 1-9), tiene
lugar la primera celebración de esta fiesta en la tierra prometida. Los
israelitas pudieron emplear los cereales producidos en esa región para la
elaboración de los panes ácimos y, desde ese momento en que ya eran capaces de
alimentarse con la producción agrícola de la tierra, el maná, con el que Dios
los había sostenido desde que comenzaron su peregrinación por el desierto,
desapareció.
Dios no tuvo inconveniente en alimentar prodigiosamente a su pueblo
durante años en el desierto cuando fue necesaria esa protección especial, al no
ser posible encontrar allí lo necesario para la subsistencia. Sin embargo, en
cuanto pueden alimentarse con los medios ordinarios, esforzándose en el cultivo
de la tierra, Dios deja de prestar el auxilio extraordinario.
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