2º domingo de Cuaresma – C. 2ª lectura
17 Hermanos,
sed imitadores míos y fijaos en los que caminan según el modelo que tenéis en
nosotros. 18 Porque muchos —esos de quienes con frecuencia os
hablaba y os hablo ahora llorando— se comportan como enemigos de la cruz de
Cristo: 19 su fin es la perdición, su dios el vientre, y su gloria
la propia vergüenza, porque ponen el corazón en las cosas terrenas. 20 Pero
nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde también esperamos al Salvador, al
Señor Jesucristo, 21 el cual transformará nuestro cuerpo vil en un
cuerpo glorioso como el suyo, en virtud del poder que tiene para someter a su
dominio todas las cosas.
4,1 Por
tanto, hermanos míos muy queridos y añorados, mi gozo y mi corona, ¡permaneced
así, queridísimos míos, firmes en el Señor!
La imitación de los santos —y no la de los enemigos de la cruz del
Señor— es camino seguro para ser eficaces en el servicio a Dios y a los demás.
Como ciudadanos del Cielo los cristianos debemos vivir una vida alegre y
confiada, propia de hijos de Dios, que se funda en la esperanza de la venida
del Señor y de la resurrección.
Además, conviene observar la actitud pastoral de San Pablo. Él mismo
da ejemplo con su vida de todo lo que predica. «¡No hay mejor enseñanza que el
ejemplo del maestro! —exclama San Juan Crisóstomo, comentando este pasaje—. Por
este camino el maestro está seguro de lograr que el discípulo se decida a
seguirlo. Hablad con sabiduría, instruid con toda la elocuencia posible (...),
pero vuestro ejemplo causará una impresión más fuerte y más decisiva (...).
Cuando vuestras obras sean consecuentes con vuestras palabras, no habrá nada
que se os pueda objetar» (In Philippenses,
ad loc.).
La exhortación del v. 17 no debe interpretarse como una falta de
humildad. En otras cartas también San Pablo anima a los cristianos a que le
imiten. Pero en 1 Co 11,1 precisa que deben imitarle en cuanto que él es
imitador de Cristo. La verdadera humildad no está reñida con un reconocimiento
de las propias virtudes, mientras no se pierda de vista que todo lo bueno que
uno tiene es recibido de Dios.
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