Ir al contenido principal

Ungieron a David como rey (2 S 5,1-3)

34º domingo del Tiempo ordinario – Cristo Rey - C. 1ª lectura
1Todas las tribus de Israel vinieron junto a David a Hebrón y le dijeron:
—Aquí nos tienes. Hueso tuyo y carne tuya somos. 2Ya desde hace tiempo, cuando Saúl era nuestro rey, tú guiabas las entradas y salidas de Israel, pues el Señor te había dicho: «Tú apacentarás a mi pueblo Israel, tú serás príncipe sobre Israel».
3Vinieron también todos los ancianos de Israel junto a David, a Hebrón; y el rey David hizo con ellos un pacto en Hebrón ante el Señor. Luego ungieron a David como rey de Israel.
La consagración de David como rey de Israel está narrada con sobriedad pero destacando detalles de gran trascendencia en la historia de la salvación: los habitantes del norte y los del sur son hermanos («hueso tuyo y carne tuya somos», v. 1); la imagen del «pastor» (v. 2), antiguo oficio de David, resume la función del dirigente y del rey que no buscan en el gobierno el propio provecho, sino el bienestar de los súbditos; el pacto de David con los ancianos (v. 3) es reflejo de la doctrina general de la alianza, que estará en la base de las relaciones de Dios con su pueblo y de los miembros del pueblo entre sí; el número de los años de gobierno (v. 5) también está cargado de significado, porque estas cifras eran consideradas como símbolo de plenitud: siete como rey de Judá, y cuarenta como rey de Judá e Israel. Todavía en el Nuevo Testamento los números siete y cuarenta conservan el mismo sentido de plenitud (cfr Mt 4,2; 18,22; Ap 1,11; Hch 4,22, etc.). Hebrón, donde había sido ungido también como rey de Judá (cfr 2,1-4), era la ciudad más importante del sur; en su interior conservaba la cueva de Macpelá y en sus alrededores se hallaba la encina sagrada de Mambré. Sin embargo, fue sustituida por Jerusalén, quizá para resaltar que un nuevo reino exigía también una nueva sede de la monarquía.
David es figura de Jesucristo en muchos aspectos, pero la raíz de todos ellos es su condición de rey: Jesucristo será también aclamado Rey de Israel. «Pero ¿qué era para el Señor ser aclamado por Rey de Israel? ¿Qué era para el Rey de los siglos ser hecho rey de los hombres? Cristo no era Rey de Israel para imponer tributos ni para tener ejércitos armados y guerrear visiblemente contra sus enemigos; era Rey de Israel para gobernar las almas, para dar consejos de vida eterna, para conducir al reino de los cielos a quienes estaban llenos de fe, de esperanza y de amor» (S. Agustín, In Ioannis Evangelium 51,4).

La liturgia de la Iglesia propone este texto del libro de Samuel en la Solemnidad de Cristo Rey, junto con la escena de la crucifixión (Lc 23,35-43). Jesús ha conseguido su reinado con la obediencia que culmina en la muerte en la cruz, obteniendo la salvación definitiva para todos los hombres.

Comentarios

Entradas más visitadas de este blog

Comed, que sobrará (2 R 4,42-44)

17º domingo del Tiempo ordinario – B. 1ª lectura 42 Vino un hombre de Baal-Salisá y trajo al hombre de Dios pan de las primicias, veinte panes de cebada y trigo nuevo en su alforja. Y dijo Eliseo: —Dadlo a la gente para que coma. 43 Pero su administrador replicó: —¿Qué voy a dar con esto a cien hombres? Le respondió: —Dáselo a la gente y que coman, porque así dice el Señor: «Comed, que sobrará». 44 Él les sirvió; comieron y sobró conforme a la palabra del Señor. Baal-Salisá estaba situada a unos 25 km. al oeste de Guilgal. Puesto que el pan de las primicias estaba destinado a Dios (cfr Lv 23,17-18) aquel hombre se lo ofrece a Eliseo como profeta del Señor; pero éste, dada la carestía existente, quiere compartirlo. Es probable que esos cien hombres pertenecieran a los círculos proféticos con los que vivía Eliseo. Eliseo da la orden de repartir el pan, a la vez que pronuncia el oráculo que ha recibido de Dios (v. 43), y el prodigio se realiza. También Jesucristo obr

La multiplicación de los panes (Jn 6,1-15)

17º domingo del Tiempo ordinario – B. Evangelio 1 Después de esto partió Jesús a la otra orilla del mar de Galilea, el de Tiberíades. 2 Le seguía una gran muchedumbre porque veían los signos que hacía con los enfermos. 3 Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos. 4 Pronto iba a ser la Pascua , la fiesta de los judíos. 5 Jesús, al levantar la mirada y ver que venía hacia él una gran muchedumbre, le dijo a Felipe: —¿Dónde vamos a comprar pan para que coman éstos? 6 —lo decía para probarle, pues él sabía lo que iba a hacer. 7 Felipe le respondió: —Doscientos denarios de pan no bastan ni para que cada uno coma un poco. 8 Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: 9 —Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero, ¿qué es esto para tantos? 10 Jesús dijo: —Mandad a la gente que se siente —había en aquel lugar hierba abundante. Y se sentaron un total de unos cinco mil hombres. 11 Jesús tomó los panes y, desp

Pecado y arrepentimiento de David (2 S 12,7-10.13)

11º domingo del Tiempo ordinario – C. 1ª lectura 7 Dijo entonces Natán a David: —Tú eres ese hombre. Así dice el Señor, Dios de Is­rael: «Yo te he ungido como rey de Israel; Yo te he librado de la mano de Saúl; 8 te he entregado la casa de tu señor y he puesto en tu regazo las mujeres de tu señor; te he dado la casa de Israel y de Judá; y, por si fuera poco, voy a añadirte muchas cosas más. 9 ¿Por qué has despreciado al Señor, haciendo lo que más le desagrada? Has matado a espada a Urías, el hitita; has tomado su mujer como esposa tuya y lo has matado con la espada de los amonitas. 10 Por todo esto, por haberme despreciado y haber tomado como esposa la mujer de Urías, el hitita, la espada no se apartará nunca de tu casa». 13 David dijo a Natán: —He pecado contra el Señor. Natán le respondió: —El Señor ya ha perdonado tu pecado. No morirás. En el párrafo anterior a éste, Natán acaba de interpelar a David con una de las parábolas más bellas del Antiguo Testamento provoca