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No quedará piedra sobre piedra (Lc 21,5-19)

33º domingo del Tiempo ordinario – C. Evangelio 5 Como algunos le hablaban del Templo , que estaba adornado con bellas piedras y ofrendas votivas , dijo: 6 —Vendrán días en los que de esto que veis no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida. 7 Le preguntaron: —Maestro, ¿cuándo ocurrirán estas cosas y cuál será la señal de que están a punto de suceder? 8 Él dijo: —Mirad, no os dejéis engañar; porque vendrán en mi nombre muchos diciendo: «Yo soy», y «el momento está próximo». No les sigáis. 9 Cuando oigáis hablar de guerras y de revoluciones, no os aterréis, porque es necesario que sucedan primero estas cosas. Pero el fin no es inmediato. 10 Entonces les decía: —Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino; 11 habrá grandes terremotos y hambre y peste en diversos lugares; habrá cosas aterradoras y grandes señales en el cielo. 12 Pero antes de todas estas cosas os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, llevándoos ante reye...

Estad preparados (Mt 24,37-44)

Domingo 1º Adviento – A. Evangelio
37 Lo mismo que en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. 38 Pues, como en los días que precedieron al diluvio comían y bebían, tomaban mujer o marido hasta el día mismo en que entró Noé en el arca, 39 y no se dieron cuenta sino cuando llegó el diluvio y los arrebató a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre. 40 Entonces estarán dos en el campo: uno será tomado y el otro dejado. 41 Dos mujeres estarán moliendo en el molino: una será tomada y la otra dejada.
42 Por eso: velad, porque no sabéis en qué día vendrá vuestro Señor. 43 Sabed esto: si el dueño de la casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, estaría ciertamente velando y no dejaría que se horadase su casa. 44 Por tanto, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del Hombre.
Las palabras de Jesús a los discípulos son claras: no se revelará el día ni la hora de la Parusía. Jesús se abstiene de revelar el día del juicio para que nos mantengamos vigilantes.
Vigilar ante el advenimiento de Cristo no es buscar de con­tinuo señales de su venida, sino comportarse y trabajar en todo momento cristianamente. Un medio indispensable para ello es el examen de conciencia: «Tienes un tribunal a tu disposición (...). Haz sentar a tu conciencia como juez y que tu razón presente allí todas tus culpas. Examina los pecados de tu alma y exígele que rinda cuentas con exactitud: ¿por qué has hecho esto o lo otro? Y si el alma no quiere considerar sus propias culpas y, por el contrario, busca las ajenas, dile: No te juzgo por los pecados de otro. (...) Si eres constante en hacer esto todos los días, comparecerás con confianza ante el tribunal que hará temblar a todos» (S. Juan Crisóstomo, In Matthaeum 42,2-4).

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