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No quedará piedra sobre piedra (Lc 21,5-19)

33º domingo del Tiempo ordinario – C. Evangelio 5 Como algunos le hablaban del Templo , que estaba adornado con bellas piedras y ofrendas votivas , dijo: 6 —Vendrán días en los que de esto que veis no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida. 7 Le preguntaron: —Maestro, ¿cuándo ocurrirán estas cosas y cuál será la señal de que están a punto de suceder? 8 Él dijo: —Mirad, no os dejéis engañar; porque vendrán en mi nombre muchos diciendo: «Yo soy», y «el momento está próximo». No les sigáis. 9 Cuando oigáis hablar de guerras y de revoluciones, no os aterréis, porque es necesario que sucedan primero estas cosas. Pero el fin no es inmediato. 10 Entonces les decía: —Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino; 11 habrá grandes terremotos y hambre y peste en diversos lugares; habrá cosas aterradoras y grandes señales en el cielo. 12 Pero antes de todas estas cosas os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, llevándoos ante reye...

Llega el día ardiente como un horno (Ml 3,19-20a)

33º domingo del Tiempo ordinario – C. 1ª lectura

19 Ved que llega el día,
ardiente como un horno,
en que todos los arrogantes
y los que practican la impiedad
serán como paja:
el día que ha de venir los abrasará
—dice el Señor de los ejércitos—,
hasta que no les quede
ni raíz ni rama.
20 Mas para vosotros, los que teméis mi Nombre,
se elevará el sol de justicia,
que trae la salud en sus alas.

Comentario a Malaquías 3,19-20

El profeta anuncia un día de justicia en el que los impíos serán destruidos, mientras que los justos serán premiados. El Señor no es ajeno a los cuidados y preocupaciones de los que le temen; más bien es como un rey soberano que anota en sus anales (cfr Est 6,1-3) los méritos de los justos (v. 16). Por eso, el día en que el Señor se manifieste será para los que le temen un día de gloria y de felicidad inexpresable (vv. 20-21), porque ellos son los protegidos de Dios (vv. 17-18).

La expresión «sol de justicia» (v. 20), aplicada a la venida del Señor, encuentra su eco en el Nuevo Testamento en el Benedictus o Cántico de Zacarías (cfr Lc 1,78). Por eso no es extraño que en la tradición cristiana se aplique a Jesucristo: «El Señor ha venido ciertamente en la tarde de un mundo en declive y casi cercano al fin de su curso, pero con su venida, puesto que Él es el Sol de justicia, ha regenerado un día nuevo para aquellos que creen» (Orígenes, Homiliae in Exodum 7,8).

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