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Obediente hasta la muerte (Flp 2,6-11)

Domingo de Ramos . 2ª lectura 6 [Cristo Jesús], siendo de condición divina, no consideró como presa codiciable el ser igual a Dios, 7 sino que se anonadó a sí mismo tomando la forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y, mostrándose igual que los demás hombres, 8 se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Y por eso Dios lo exaltó y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre; 10 para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, 11 y toda lengua confiese: «¡Jesucristo es el Señor!», para gloria de Dios Padre. Éste es uno de los textos más antiguos del Nuevo Testamento sobre la divinidad de Jesucristo. Quizá es un himno utilizado por los primeros cristianos que San Pablo retoma. En él se canta la humillación y la exalta­ción de Cristo. El Apóstol, teniendo presente la divini­dad de Cristo, centra su atención en la muerte de cruz como ejemplo supremo de humil...

El sufrimiento del Salvador (Is 50,4-7)

Domingo de Ramos – A. 1ª lectura 4 El Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo para saber alentar al abatido con palabra que incita. Por la mañana, cada mañana, incita mi oído a escuchar como los discípulos. 5 El Señor Dios me ha abierto el oído, yo no me he rebelado, no me he echado atrás. 6 He ofrecido mi espalda a los que me golpeaban, y mis mejillas a quienes me arrancaban la barba. No he ocultado mi rostro a las afrentas y salivazos. 7 El Señor Dios me sostiene, por eso no me siento avergonzado, por eso he endurecido mi rostro como el pedernal y sé que no quedaré avergonzado. Después de que el segundo canto del siervo haya glosado la misión del siervo (cfr Is 49,6), ahora el tercero reclama la atención para la propia persona del siervo. El poema está bien construido en tres estrofas que comienzan del mismo modo: «El Señor Dios» (vv. 4.5.7), y con una conclusión (v. 9), que también contiene la misma fórmula. La primera estrofa (v. 4) s...

A Jesús de Nazaret lo ungió Dios con el Espíritu Santo y poder (Hch 10,34-38)

Bautismo del Señor. 2ª lectura 34 Pedro comenzó a hablar: —En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, 35 sino que en cualquier pueblo le es agradable todo el que le teme y obra la justicia. 36 Ha enviado su palabra a los hijos de Israel, anunciando el Evangelio de la paz por medio de Jesucristo, que es Señor de todos. 37 »Vosotros sabéis lo ocurrido por toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan: 38 cómo a Jesús de Nazaret le ungió Dios con el Espíritu Santo y poder, y cómo pasó haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. La conversión del centurión pagano Cornelio al cristianismo es uno de los puntos culminantes del libro de los Hechos de los Apóstoles. Manifiesta la dimensión universal del Evangelio y hace ver que la fuerza del Espíritu Santo no conoce límites ni barreras. Por ello, como en otras ocasiones, Lucas lo narra dos veces: en este ­capítulo, según el orden de ...