Ir al contenido principal

Es un hombre santo de Dios (2 R 4,8-11.14-16a)

13º domingo del Tiempo ordinario – A . 1ª lectura
8Un día Eliseo pasaba por Sunem, y vivía allí una mujer importante que le porfiaba para que se quedara a comer. Desde aquel día, cuando pasaba se quedaba allí a comer.
9Dijo la mujer a su marido:
—Mira, sé que el que pasa siempre junto a nosotros es un hombre de Dios, un santo. 10Por favor, hagamos una pequeña habitación en la parte de arriba y pongamos allí una cama, una mesa, una silla y un candelabro, y así, cuando venga a nosotros, se instalará ahí.
11Un día llegó allí Eliseo, se instaló en la habitación y se acostó.
14Eliseo preguntó:
—¿Qué hacer, pues, por ella?
Respondió Guejazí:
—No tiene hijos y su marido es anciano.
15Dijo Eliseo:
—Llámala.
La llamó de nuevo y ella se detuvo en la puerta. 16Él le dijo:
—El año próximo, por este tiempo, tú abrazarás un hijo.
Eliseo aparece como un profeta itinerante que sólo va acompañado por su criado y que tiene su punto de referencia en el Carmelo: son rasgos que le asemejan a Elías. La historia que recoge aquí el texto sagrado muestra que Dios bendice con el don de la maternidad, por la intervención del profeta, a aquella mujer sin hijos.
San Juan Crisóstomo cita este pasaje para mostrar que el verdadero amor lleva a preocuparse también del bienestar material de los demás: «Así Eliseo no sólo ayudaba espiritualmente a la mujer que lo había acogido sino que intentaba recompensarla desde un punto de vista material» (S. Juan Crisóstomo, De laudibus Sancti Pauli Apostoli 3,7).
Este relato sobre Eliseo pone de relieve la recompensa que recibe quien acoge a un profeta por ser profeta; es un preludio de la recompensa que Jesucristo anuncia que merecerá quien reciba a un apóstol por ser apóstol (cfr Mt 10,13-14).
De este pasaje se deduce ante todo, como de 1 R 17,20, el poder de la oración del profeta y de toda oración a Dios hecha con fe. Pero también aprendemos aquí que cuando Dios concede un don, por sorprendente o inesperado que sea —como el hijo a aquella mujer— da también la gracia para conservarlo y hacerlo fructificar. El Señor no nos deja abandonados después de habernos otorgado beneficios tales como las propias capacidades personales o la vocación misma, aunque no lo hubiéramos pedido antes.

Comentarios

Entradas más visitadas de este blog

La paciencia y consolación de las Escrituras (Rm 15,4-9)

Domingo 2º Adviento – A. Segunda lectura 4 Todas las cosas que ya están escritas fueron escritas para nuestra enseñanza, con el fin de que mantengamos la esperanza mediante la paciencia y la consolación de las Escrituras. 5 Que el Dios de la paciencia y de la consolación os dé un mismo sentir entre vosotros según Cristo Jesús , 6 para que unánimemente, con una sola voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. 7 Por esta razón acogeos unos a otros, como también Cristo os acogió a vosotros para gloria de Dios. 8 Digo, en efecto, que Cristo se hizo servidor de los que están circuncidados para mostrar la fidelidad de Dios, para ratificar las promesas hechas a los padres, 9 y para que los gentiles glorificaran a Dios por su misericordia, conforme está escrito: Por eso te alabaré a ti entre los gentiles, y cantaré en honor de tu nombre. Comentario a Romanos 15,4-9 Jesucristo murió para que todos «con un mismo sentir» (v. 5) diésemos gloria a Dios. Y aunque Crist...

Alégrate, llena de gracia (Lc 1,26-38)

Inmaculada concepción – Evangelio 26 En el sexto mes fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David. La virgen se llamaba María. 28 Y entró donde ella estaba y le dijo: —Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo. 29 Ella se turbó al oír estas palabras, y consideraba qué podía significar este saludo. 30 Y el ángel le dijo: —No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios: 31 concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. 32 Será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, 33 reinará eternamente sobre la casa de Jacob y su Reino no tendrá fin. 34 María le dijo al ángel: ...

Pondré enemistad entre ti y la mujer (Gn 3,9-15)

10º domingo del Tiempo ordinario – B. 1ª lectura 9 El Señor Dios llamó al hombre y le dijo: —¿Dónde estás? 10 Éste contestó: —Oí tu voz en el jardín y tuve miedo porque estaba desnudo; por eso me oculté. 11 Dios le preguntó: —¿Quién te ha indicado que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol del que te prohibí comer? 12 El hombre contestó: —La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí. 13 Entonces el Señor Dios dijo a la mujer: —¿Qué es lo que has hecho? La mujer respondió: —La serpiente me engañó y comí. 14 El Señor Dios dijo a la serpiente: —Por haber hecho eso, maldita seas entre todos los animales y todas las bestias del campo. Te arrastrarás sobre el vientre, y polvo comerás todos los días de tu vida. 15 Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; él te herirá en la cabeza, mientras tú le herirás en el talón. Comentario a Génesis 3,9-15 El texto que escuchamos en la primera lectura de la Santa Misa se enmarca en e...