32º
domingo del Tiempo ordinario – B. Evangelio
38 Y en su enseñanza, decía:
—Cuidado
con los escribas, a los que les gusta pasear vestidos con largas túnicas y que
los saluden en las plazas; 39 los primeros asientos en las sinagogas
y los primeros puestos en los banquetes. 40 Devoran las casas de las
viudas y fingen largas oraciones. Éstos recibirán una condena más severa.
41 Sentado Jesús frente al gazofilacio,
miraba cómo la gente echaba en él monedas de cobre, y bastantes ricos echaban mucho.
42 Y al llegar una viuda pobre, echó dos monedas pequeñas, que hacen
la cuarta parte del as. 43 Llamando a sus discípulos, les dijo:
—En
verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos los que han echado
en el gazofilacio, 44 pues todos han echado algo de lo que les
sobra; ella, en cambio, en su necesidad, ha echado todo lo que tenía, todo su
sustento.
Los
otros dos evangelios sinópticos recogen duros reproches de Jesús a algunos
escribas y fariseos (cfr Mt 23,1-36; Lc 11,37-54, y notas). San Marcos sólo
retiene estas palabras (vv. 38-40) como parte de esa enseñanza. Con ellas
reprende el afán desordenado de honores humanos: «Es de advertir que no prohibe
los saludos en la plaza ni ocupar los primeros asientos a quienes corresponde
por su oficio; sino que previene a los fieles que deben guardarse, como de
hombres malos, de los que aman indebidamente tales honores» (S. Beda, In Marci Evangelium, ad loc.).
Si
la conducta de los escribas es la que se debe rechazar, la de la viuda pobre es
la que se debe imitar. Frente a la ostentación de los escribas (vv. 38-40) y a
la apariencia de los ricos (v. 41), Jesús opone la rectitud de intención y la
generosidad de espíritu de la viuda paupérrima: «¿No has visto las lumbres de
la mirada de Jesús cuando la pobre viuda deja en el templo su pequeña limosna?
Dale tú lo que puedas dar: no está el mérito en lo poco o en lo mucho, sino en
la voluntad con que lo des» (S. Josemaría Escrivá, Camino, n. 829).
Comentarios