Ir al contenido principal

Una mujer vestida de sol, la luna a sus pies (Ap 11, 19a; Ap 12, 1-6a.10ab)

La Asunción de la Virgen María – 1ª lectura

19a Y se abrió el templo de Dios en el cielo y en el Templo apareció el arca de su alianza. 12,1 Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida de sol, la luna a sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. 2 Está encinta y grita al sufrir los dolores del parto y los tormentos de dar a luz. 3 Apareció entonces otra señal en el cielo: un gran dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. 4 La cola arrastró una tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó a la tierra. El dragón se puso delante de la mujer, que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto naciera. 5 Y dio a luz un hijo varón, el que va a regir a todas las naciones con cetro de hierro. Pero su hijo fue arrebatado hasta Dios y hasta su trono. 6 Entonces la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios. 10 Entonces oí en el cielo una fuerte voz que decía: Ahora ha llegado la salvación, la fuerza, el Reino de nuestro Dios, y el poderío de su Cristo.

Comentario a Apocalipsis 12,1-10

La fidelidad de Dios a su Alianza se manifiesta en la victoria de Cristo y de la Iglesia sobre las fuerzas del mal. El enfrentamiento definitivo se describe con la lucha entre el dragón o serpiente y las bestias, de un lado, y el Mesías, la Mujer y sus hijos, del otro (cfr 12,1‒13,18).

A continuación, aparecerá el Cordero, Cristo glorioso, y se anunciará el momento del Juicio (cfr 14,1-20). Éste se va a desarrollar al hilo de siete copas o plagas (cfr 15,1‒16,16). Con la séptima se dará paso a una nueva presentación de los contendientes, y a los combates finales (cfr 16,17‒20,15). Se narran tres combates en los que participa la serpiente:

1) contra el Mesías que nace de la Mujer (vv. 1-6);

2) contra san Miguel y sus ángeles (vv. 7-12);

3) contra la Mujer y el resto de sus hijos (vv. 13-17).

Los combates no se presentan en sucesión cronológica, sino como cuadros colocados uno junto a otro, por su profunda relación entre sí: siempre el mismo enemigo, el diablo, lucha contra los proyectos de Dios y contra aquellos de los que Dios se sirve para realizarlos.

La figura de la Mujer es caracterizada con rasgos que son aplicables a Israel, a la Iglesia y a la Santísima Virgen. Mientras la Iglesia peregrine en la tierra «la Madre de Jesús, glorificada ya en los cielos en cuerpo y alma, es la imagen y comienzo de la Iglesia que llegará a su plenitud en el siglo futuro. También en este mundo, hasta que llegue el día del Señor, brilla ante el Pueblo de Dios en marcha, como señal de esperanza cierta y de consuelo» (Conc. Vaticano II, Lumen gentium 68).

Comentarios

Entradas más visitadas de este blog

Himno a la caridad (1 Co 12,31—13,13)

4º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 12,31 Aspirad a los carismas mejores. Sin embargo, todavía os voy a mostrar un camino más excelente. 13,1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, sería como el bronce que resuena o un golpear de platillos. 2 Y aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, no sería nada. 3 Y aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, si no tengo caridad, de nada me aprovecharía. 4 La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, 5 no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, 6 no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; 7 todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 La caridad n...

Misión de los setenta y dos discípulos (Lc 10, 1-12.17-20)

14º domingo del Tiempo ordinario – C. Evangelio 1 Después de esto designó el Señor a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir. 2 Y les decía: —La mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, por tanto, al señor de la mies que envíe obreros a su mies. 3 Id: mirad que yo os envío como corderos en medio de lobos. 4 No llevéis bolsa ni alforja ni sandalias, y no saludéis a nadie por el camino. 5 En la casa en que entréis decid primero: «Paz a esta casa». 6 Y si allí hubiera algún hijo de la paz, descansará sobre él vuestra paz; de lo contrario, retornará a vosotros. 7 Permaneced en la misma casa comiendo y bebiendo de lo que tengan, porque el que trabaja merece su salario. No vayáis de casa en casa. 8 Y en la ciudad donde entréis y os reciban, comed ...

Me está reservada la corona que el Señor me entregará (2 Tm 4, 6-8.17-18)

Solemnidad de San Pedro y San Pablo – 2ª lectura 6 Pues yo estoy a punto de derramar mi sangre en sacrificio, y el momento de mi partida es inminente. 7 He peleado el noble combate, he alcanzado la meta, he guardado la fe. 8 Por lo demás, me está reservada la merecida corona que el Señor, el Justo Juez, me entregará aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que han deseado con amor su venida. 17 El Señor me asistió y me fortaleció para que, por medio de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todos los gentiles. Y fui librado de la boca del león. 18 El Señor me librará de toda obra mala y me salvará para su reino celestial. A Él la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Comentario a 2 Timoteo 4,6-18 Al considerar la proximidad del final de su vida, Pablo manifiesta que la muerte es una ofrenda a Dios, semejante a las l...