19º domingo del Tiempo ordinario – C.
1ª lectura
6 Aquella noche fue anunciada de
antemano a nuestros padres,
para
que se alegraran, conscientes de las promesas en que creían.
7Tu pueblo recibió expectante
la
salvación de los justos y la perdición de los enemigos.
8 Porque con lo mismo que castigaste a
los adversarios,
con
eso mismo, nos glorificaste llamándonos a Ti.
9 Los hijos santos de los buenos ofrecían
sacrificios a escondidas
y
se imponían unánimes esta ley divina:
que
los santos compartirían por igual los bienes y peligros;
así
empezaron a entonar los cantos de alabanza de los padres.
El libro de la
Sabiduría está hablando de la noche en que los israelitas se
disponían a salir de Egipto. Los egipcios habían decretado hacer morir a los
primogénitos varones de los hebreos (cfr Ex 1,15-22). Para eludir la muerte,
Moisés, recién nacido, es expuesto (v. 5) sobre las aguas del Nilo en una
canastilla y salvado providencialmente por la hija del faraón (Ex 2,1-10). Con
la ley del talión como fondo, el crimen de los egipcios debía ser castigado con
la muerte de sus propios primogénitos, «a media noche» (Ex 12,29), y también,
después, con la ruina de los perseguidores, bajo las aguas del Mar Rojo (Ex
14,26-29).
En la noche pascual ocurren dos acontecimientos contrapuestos: los
primogénitos de los egipcios son heridos, lo que obliga al faraón a dejar
partir inmediatamente a los hebreos, que obtienen así el cumplimiento de la
liberación prometida a los padres (cfr Gn 15,13-14) y a Moisés (Ex 11,4-7).
Pero esa misma noche, antes de partir los hebreos, «los hijos santos de los
buenos» (v. 9) celebran a escondidas en sus casas la cena pascual con carácter
festivo y sacrificial asumiendo todos el compromiso de compartir «los bienes y
peligros»; de este modo actúan como pueblo consagrado al Señor y «entonan los
cantos de alabanza de los padres» (v. 9). Con el tiempo, esos incipientes
cantos constituirían el Hallel, un grupo
de salmos que se recitaban la noche de Pascua y en las grandes fiestas (cfr Sal
113-118), y que recitará Jesús con sus discípulos en la Última Cena (cfr Mt
26,30; Mc 14,26).
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