Ir al contenido principal

El pecado original (Rm 5,12-19)

1º domingo de Cuaresma – A. 2ª lectura
12 Por tanto, así como por medio de un solo hombre entró el pecado en el mundo, y a través del pecado la muerte, y de esta forma la muerte llegó a todos los hombres, porque todos pecaron... 13 Pues, hasta la Ley, había pecado en el mundo, pero no se puede acusar de pecado cuando no existe ley; 14 con todo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre aquellos que no cometieron una transgresión semejante a la de Adán, que es figura del que había de venir.
15 Pero el don no es como la caída; porque si por la caída de uno solo murieron todos, cuánto más la gracia de Dios y el don que se da en la gracia de un solo hombre, Jesucristo, sobreabundó para todos. 16 Y no ocurre lo mismo con el don que con el pecado de uno solo; pues la sentencia a partir de una sola caída acaba en condenación, mientras que la gracia a partir de muchos pecados acaba en justificación. 17 Pues si por la caída de uno solo la muerte reinó por medio de uno solo, mucho más los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia reinarán en la vida por medio de uno solo, Jesucristo.
18 Por consiguiente, como por la caída de uno solo la condenación afectó a todos los hombres, así también por la justicia de uno solo la justificación, que da la vida, alcanza a todos los hombres. 19 Pues como por la desobediencia de un solo hombre todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos.
El Apóstol enseña lo que ha sido cumplido por medio de Cristo con los descendientes de Adán. Gracia y vida se contrastan con pecado y muerte. A diferencia de la transgresión de Adán, que llevó a todos a la condenación, la obediencia y justicia de Cristo conduce a todos a la justificación y a la vida.
Dos enseñanzas sobresalen en el pasaje: l) el pecado de Adán y sus consecuencias, entre ellas, la muerte, que afecta a todos los hombres (vv. 12-14); y 2) el contraste entre los efectos del pecado original y los frutos de la Redención de Cristo (vv. 15-19).
Este pasaje es básico para la teología cristiana del pecado original. San Pablo nos revela que, a la luz de la muerte y resurrección de Cristo, podemos conocer que todos estamos implicados en el pecado de Adán, «que se trasmite, juntamente con la naturaleza humana, por propagación, no por imitación y que se halla como propio en cada uno» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 419). Así como el pecado entró en el mundo por obra de quien representaba a toda la humanidad, así también la justicia nos llega a todos por un solo hombre, por el «nuevo Adán», Jesucristo, «el primogénito de toda criatura», «cabeza del cuerpo, que es la Iglesia» (Col 1,15.18). Cristo, por su obediencia a la voluntad del Padre, se contrapone a la desobediencia de Adán, devolviéndonos con creces la felicidad y la vida eterna que habíamos perdido. Porque donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia (Rm 5,20).
La existencia del pecado original es verdad de fe. El Papa Pablo VI lo volvió a proclamar: «Creemos que todos pecaron en Adán; lo que significa que la culpa original cometida por él hizo que la naturaleza, común a todos los hombres, cayera en un estado tal en el que padeciese las consecuencias de aquella culpa (...). Así pues, esta naturaleza humana, caída de esta manera, destituida del don de gracia del que antes estaba adornada, herida en sus mismas fuerzas naturales y sometida al imperio de la muerte, es dada a todos los hombres; por tanto, en este sentido, todo hombre nace en pecado» (Credo del Pueblo de Dios, n. 16).

Comentarios

Entradas más visitadas de este blog

Dios vendrá y nos salvará (Is 35,1-6a.10)

Domingo 3º Adviento - A. 1ª lectura 1 ¡Que el desierto y la tierra árida se alegren, que se goce la estepa y florezca como las azucenas ! 2 Florezca pujante y alégrese con gozo y cánticos de júbilo. Se le ha dado la gloria del Líbano , la gala de Carmelo y del Sarón , ellos verán la gloria del Señor, la majestad de nuestro Dios. 3 Fortaleced las manos débiles, y consolidad las rodillas que flaquean. 4 Decid a los pusilánimes: «¡Cobrad ánimo, no temáis! Aquí está vuestro Dios, llega la venganza, la retribución de Dios. Él vendrá y os salvará». 5 Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos. 6a Entonces el cojo saltará como un ciervo, y la lengua del mudo gritará de júbilo. 10 Regresarán los redimidos del Señor, llegarán a Sión con gritos de júbilo e infinita alegría en sus rostros, traerán regocijo y alegría, y desaparecerán la pena y los lamentos. Comentario a Isaías 35,1-10 En este capítulo de Isaías se pres...

Alégrate, llena de gracia (Lc 1,26-38)

Inmaculada concepción – Evangelio 26 En el sexto mes fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David. La virgen se llamaba María. 28 Y entró donde ella estaba y le dijo: —Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo. 29 Ella se turbó al oír estas palabras, y consideraba qué podía significar este saludo. 30 Y el ángel le dijo: —No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios: 31 concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. 32 Será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, 33 reinará eternamente sobre la casa de Jacob y su Reino no tendrá fin. 34 María le dijo al ángel: ...

Mirad, la virgen está encinta (Is 7,10-14)

Domingo 4º Adviento - Primera lectura. 10 Y el Señor siguió hablando a Ajaz: 11 —Pídele al Señor, tu Dios, un signo, en el fondo del seol o en lo alto del cielo. 12 Pero Ajaz dijo: —No lo pediré y no tentaré al Señor. 13 Entonces respondió: —Escuchad, casa de David : «¿Os parece poco cansar a los hombres para que canséis también a mi Dios? 14 Pues bien, el propio Señor os da un signo. Mirad, la virgen está encinta y dará a luz un hijo, a quien pondrán por nombre Enmanuel . Comentario a Isaías 7,10-14 Las palabras de la lectura se enmarcan en un encuentro entre Isaías y el rey Ajaz, en el que el monarca se debate en la duda de qué postura tomar ante las presiones que recibe para que su reino se incorpore a la coalición antiasiria formada por Israel (aquí también llamado ­ Efraím ) —cuya capital era Samaría — y por Siria —cuya capital era Damasco —. De Tabeel (o Tabeal) (v. 6) no se conoce más de lo que aquí se dice. Quizá fuera un alto funcionario, dispuesto a seguir...