6º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura
Comentario a 1 Corintios 15,12 y 16-20
Con su resurrección Cristo completa la obra de la Redención. Si muriendo en la cruz había vencido al pecado, era necesario que resucitase, venciendo así a la muerte, consecuencia del pecado (cfr Rm 5,12). «La Resurrección constituye ante todo la confirmación de todo lo que Cristo hizo y enseñó. Todas las verdades, incluso las más inaccesibles al espíritu humano, encuentran su justificación si Cristo, al resucitar, ha dado la prueba definitiva de su autoridad divina según lo había prometido» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 651). Hay en estos versículos argumentos indirectos de la resurrección del Señor, señalando la situación absurda en que se encontrarían los cristianos si Jesucristo no hubiera resucitado: serían vanas la fe (vv. 14.17.18) y la esperanza (v. 19), los Apóstoles serían falsos testigos e inútil su predicación (vv. 14-15), todavía faltaría la redención de los pecados (v. 17). En resumen, los cristianos serían «los más miserables de todos los hombres» (v. 19).
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