Ir al contenido principal

El hombre terreno y el hombre celestial (1 Co 15,45-49)

7º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura

Así está escrito: El primer hombre, Adán, fue hecho ser vivo; el último Adán, espíritu que da vida. 46 Pero no es primero lo espiritual, sino lo natural; después lo espiritual. 47 El primer hombre, sacado de la tierra, es terreno; el segundo hombre es del cielo. 48 Como el hombre terreno, así son los hombres terrenos; como el celestial, así son los celestiales. 49 Y como hemos llevado la imagen del hombre terreno, llevaremos también la imagen del hombre celestial.

Comentario a 1 Corintios 15,45-49

Para exponer cómo tendrá lugar la resurrección de los muertos, el Apóstol utiliza comparaciones tomadas del reino vegetal, animal y mineral, para que pueda entenderse mejor (vv. 36-41). «Este “cómo ocurrirá la resurrección” sobrepasa nuestra imaginación y nuestro entendimiento; no es accesible más que en la fe. Pero nuestra participación en la Eucarístía nos da ya un anticipo de la transfiguración de nuestro cuerpo por Cristo: “Así como el pan que viene de la tierra, después de haber recibido la invocación de Dios, ya no es pan ordinario, sino Eucaristía, constituida por dos cosas una terrena y otra celestial, así nuestros cuerpos que participan en la Eucaristía ya no son corruptibles, ya que tienen la esperanza de la resurrección” (S. Ireneo, Adver. haer . 4,18)» ( Catecismo de la Iglesia Católica , n. 1000). Sobre las cualidades del cuerpo ya resucitado (vv. 44-50) habla el Apóstol carecerán de necesidades, dado que también Cristo, ya resucitado, si comió fue porque quiso, no porque lo necesitara. Allí no habrá hambre (…), no desearemos la lluvia pensando en el pan, ni nos asustaremos ante la sequía. Tampoco habrá temor, ni fatiga, ni dolor, ni corrupción, ni carestía, ni debilidad, ni cansancio, ni pereza. Ninguna de estas cosas existirá, pero sí el cuerpo» (S. Agustín, Sermones 242A,3). San Pablo lo llama cuerpo espiritual (v. 44) «no porque se convierta en espíritu, sino porque está sujeto de tal manera al espíritu, que para que convenga a la habitación celestial, toda fragilidad e imperfección terrena es cambiada y convertida en estabilidad celeste» (Id., De fide et symbolo 6).

Comentarios

Entradas más visitadas de este blog

Himno a la caridad (1 Co 12,31—13,13)

4º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 12,31 Aspirad a los carismas mejores. Sin embargo, todavía os voy a mostrar un camino más excelente. 13,1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, sería como el bronce que resuena o un golpear de platillos. 2 Y aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, no sería nada. 3 Y aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, si no tengo caridad, de nada me aprovecharía. 4 La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, 5 no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, 6 no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; 7 todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 La caridad n...

Cristo me amó y se entregó por mí (Ga 2,16.19-21)

11º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 16 Sabemos que el hombre no es justificado por las obras de la Ley , sino por medio de la fe en Jesucristo, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en Cristo y no por las obras de la Ley , ya que por las obras de la Ley ningún hombre será justificado. 19 Porque yo por la Ley he muerto a la Ley , a fin de vivir para Dios. Con Cristo estoy crucificado: 20 vivo, pero ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y la vida que vivo ahora en la carne la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí. 21 No anulo la gracia de Dios; pues si la justicia viene por medio de la Ley , entonces Cristo murió por nada. Es comprensible que los fieles de Jerusalén, crecidos en la religión israelita, siguieran las costumbres judías, pero San Pablo se da cuenta del peligro de fondo que entrañaba aferrarse a esas prácticas, y por eso proclama la novedad de la fe cristiana: sólo la adh...

Pasión de Jesucristo, según San Juan (Jn 18,1–19,42)

Viernes Santo – Evangelio 19,25 Estaban junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, María de Cleofás, y María Magdalena. 26 Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, le dijo a su madre: —Mujer, aquí tienes a tu hijo. 27 Después le dice al discípulo: —Aquí tienes a tu madre. Y desde aquel momento el discípulo la recibió en su casa. 28 Después de esto, como Jesús sabía que todo estaba ya consumado, para que se cumpliera la Escritura, dijo: —Tengo sed. 29 Había por allí un vaso lleno de vinagre. Sujetaron una esponja empapada en el vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. 30 Jesús, cuando probó el vinagre, dijo: —Todo está consumado. E inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Comentario a Juan 18,1 - 19,42 El Evangel...