5º domingo del Tiempo ordinario – C.
2ª lectura
1 Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os
prediqué, que recibisteis, en el que os mantenéis firmes, 2 y por el
cual sois salvados, si lo guardáis tal como os lo anuncié. ¡Y si no, habéis
creído en vano! 3 Porque os transmití en primer lugar lo mismo que
yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; 4 que
fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; 5 y
que se apareció a Cefas, y después a los doce. 6 Después se apareció
a más de quinientos hermanos a la vez, la mayoría de los cuales vive todavía y
algunos ya han muerto. 7 Luego se apareció a Santiago, y después a
todos los apóstoles. 8 Y en último lugar, como a un abortivo, se me
apareció también a mí. 9 Porque soy el menor de los apóstoles, que
no soy digno de ser llamado apóstol, ya que perseguí a la Iglesia de Dios. 10 Pero
por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia que se me dio no resultó
inútil; al contrario, he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la
gracia de Dios que está conmigo. 11 Por consiguiente, tanto ellos
como yo esto es lo que predicamos y esto lo que habéis creído.
Pablo recuerda el Evangelio predicado desde el primer momento por los
Apóstoles, en el que se confiesa que Jesús murió, fue sepultado y resucitó al
tercer día (vv. 1-4). Las apariciones (vv. 5-8) son la prueba más contundente
de la realidad de la resurrección y, a la vez, constituyen la legitimación de
los Apóstoles, también de Pablo, puesto que todos ellos son «testigos de la
resurrección de Jesús» (cfr Catecismo de la Iglesia Católica ,
n. 659). Este texto de la carta tiene especial relieve por tratarse del relato
escrito más antiguo —anterior a la redacción de los evangelios— de la
resurrección del Señor, cuando han transcurrido poco más de veinte años desde
que ocurrió el acontecimiento: «El apóstol habla aquí de la tradición viva de la resurrección que
recibió después de su conversión a las puertas de Damasco» (Catecismo de la Iglesia Católica ,
n. 639). La garantía de que Cristo ha resucitado la tiene el cristiano en el
testimonio de las Sagrada Escritura y de los Apóstoles a los que se apareció
vivo y glorioso.
Comentarios