Santísima Trinidad – C. 1ª lectura
22 El Señor me
tuvo al principio de sus caminos,
antes
de que hiciera cosa alguna, desde antaño.
23 Desde la
eternidad fui formada,
desde
el comienzo, antes que la tierra.
24 Cuando no
existían los océanos fui dada a luz,
cuando
no había fuentes repletas de agua.
25 Antes que
se asentaran los montes,
antes
que las colinas fui dada a luz.
26 Aún no
había hecho la tierra ni los campos,
ni
el polvo primero del mundo.
27 Cuando
asentaba los cielos, allí estaba yo,
cuando
fijaba un límite a la superficie del océano,
28 cuando
sujetaba las nubes en lo alto,
cuando
consolidaba las fuentes del océano,
29 cuando
ponía su límite al mar
para
que las aguas no lo traspasaran,
cuando
fijaba los cimientos de la tierra,
30 yo estaba
proyectando junto a Él,
lo
deleitaba día a día,
actuando
ante Él en todo momento,
31 jugando con
el orbe de la tierra,
y
me deleitaba con los hijos de Adán.
En este canto, con lenguaje solemne y con figuras tomadas de la
cosmogonía tradicional de Israel, se manifiesta la relación entre Sabiduría y
creación del mundo y del hombre. La Sabiduría está junto a Dios en la creación y se
goza especialmente en su relación con el hombre. Aparece descrita con unos
rasgos personales que preparan para comprender más adelante, en el progreso de la Revelación , el misterio
de la Santísima
Trinidad. En el Prólogo del Evangelio de San Juan se
describirá la relación entre Dios y el Verbo con unos términos que recuerdan en
parte este texto (vv. 22-30, cfr Jn 1,1; v. 35, cfr Jn 1,4). La dignidad que
tiene la Sabiduría
en el canto de los Proverbios será atribuida a Cristo en algunos escritos del
Nuevo Testamento: en la Carta
a los Colosenses se le designa como «primogénito de toda criatura» (Col 1,15) y
en el Apocalipsis como «principio de la creación de Dios» (Ap 3,14). En este
sentido se lee Pr 8,22-31 en esta solemnidad de la Santísima Trinidad.
Desde el siglo VI se incluye este pasaje también en la Misa de la Natividad de la Virgen María (8 de
septiembre). De este modo la
Iglesia reconoce que, así como el Verbo es Dios desde la
eternidad y está activo en la creación del mundo, la Madre del Salvador de algún
modo también habría de estar en la mente de Dios «desde el comienzo» (vv.
22-23). «María, la
Santísima Madre de Dios, la siempre Virgen, es la obra
maestra de la Misión
del Hijo y del Espíritu Santo en la
Plenitud de los tiempos. Por primera vez en el designio de
Salvación y porque su Espíritu la ha preparado, el Padre encuentra la Morada en donde su Hijo y
su Espíritu pueden habitar entre los hombres. Por ello, los más bellos textos
sobre la sabiduría, la tradición de la Iglesia los ha entendido frecuentemente con
relación a María (cfr Pr 8,1-9,6; Si 24): María es cantada y representada en la Liturgia como el “Trono
de la Sabiduría ”»
(Catecismo de la Iglesia Católica ,
n. 721).
Comentarios