Corpus Christi –
C. 1ª lectura
18 Melquisedec, rey de Salem, que era sacerdote del
Dios Altísimo, ofreció pan y vino, 19 y le bendijo diciendo:
—Bendito sea
Abrán por parte del Dios Altísimo,
creador de
cielo y tierra;
20 y bendito sea el Dios Altísimo
que puso a
tus enemigos en tus manos.
Y Abrán le
dio el diezmo de todo.
Como un pequeño inciso al terminar el relato de la victoria de Abrahán
sobre los reyes del norte, se recoge esta escueta tradición, que muestra la
relación de Abrahán con Jerusalén y su rey. En el contexto de la historia
patriarcal, este episodio refleja el reconocimiento por parte de los pueblos
(Salem, Sodoma) de la bendición que les llega por medio de Abrahán (cfr 12,3).
En el caso concreto de Salem, se deja entrever también que allí se adoraba al
verdadero Dios, creador del cielo y de la tierra, con el nombre de El-Elyón, o Dios Altísimo, y que es
reconocido por Abrahán como el mismo Señor, «creador de cielo y tierra» (cfr
14,22). El pan y el vino son ofrecidos entre las primicias de la tierra como
sacrificios en señal de reconocimiento al Creador. En nombre de El-Elyón Abrahán recibe la bendición de
Melquisedec, apareciendo así Jerusalén como el lugar donde «El Señor imparte su
bendición» (Sal 134,3). Es también significativo que Abrahán entregue al rey de
Jerusalén el diezmo de todo, como reconociendo su derecho a recibirlo.
Tanto la ciudad de Salem, como la figura de Melquisedec, adquirieron
en la tradición judía un sentido peculiar. A Salem se la identifica con
Jerusalén o Sión, donde está presente el Señor: «su tienda está en Salem, su
morada en Sión» canta el Sal 76,3. A Melquisedec se le atribuye un carácter
sacerdotal anterior y más excelso que el de la familia de Aarón, cuando se
canta al Rey Mesías «Tu eres sacerdote eterno según el orden de Melquisedec»
(Sal 110,4). En el Nuevo Testamento, la misteriosa figura sacerdotal de
Melquisedec es presentada como tipo del sacerdocio de Cristo, ya que éste, sin
pertenecer a la familia de Aarón, es realmente sacerdote eterno: «En efecto,
Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, salió al encuentro de
Abrahán que volvía de la victoria sobre los reyes y le bendijo; y Abrahán le
dio el diezmo de todo. Su nombre significa, en primer lugar, rey de justicia y
además, rey de Salem, es decir, rey de paz: Al no tener ni padre, ni madre, ni
genealogía, ni comienzo de días ni fin de vida, es asemejado al Hijo de Dios y
permanece sacerdote para siempre» (Hb 7,1-3).
La liturgia cristiana, a la luz de todo lo anterior, ha visto
prefigurada la Eucaristía
en el pan y el vino presentados por Melquisedec (cfr Misal Romano, Plegaria Eucarística I): éste es
contemplado por la Tradición
como figura de los sacerdotes de la nueva ley.
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