14º domingo del Tiempo ordinario – C. 1ª lectura
Comentario a Isaías 66,10-14
El poema se encuadra en una metáfora sobre la maternidad de Sión. En una expresión audaz se presenta a Dios consolando a los suyos como una madre que amamanta a sus hijos (v. 11). Como ya se ha visto, es en la segunda parte de Isaías donde más se aplican a Dios cualidades maternales (cfr 42,14; 45,10; 49,15). «Al designar a Dios con el nombre de “Padre”, el lenguaje de la fe indica principalmente dos aspectos: que Dios es origen primero de todo y autoridad transcendente y que es al mismo tiempo bondad y solicitud amorosa para todos sus hijos. Esta ternura paternal de Dios puede ser expresada también mediante la imagen de la maternidad (cfr Is 66,13; Sal 131,2), que indica más expresivamente la inmanencia de Dios, la intimidad entre Dios y su criatura. El lenguaje de la fe se sirve así de la experiencia humana de los padres, que son en cierta manera los primeros representantes de Dios para el hombre. Pero esta experiencia dice también que los padres humanos son falibles y que pueden desfigurar la imagen de la paternidad y de la maternidad. Conviene recordar, entonces, que Dios transciende la distinción humana de los sexos. No es hombre ni mujer, es Dios. Transciende también la paternidad y la maternidad humanas (cfr Sal 27,10), aunque sea su origen y medida (cfr Ef 3,14-15; Is 49,15)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 239).
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