13º domingo del Tiempo ordinario – B. Evangelio
21 Y tras cruzar de nuevo Jesús en la barca hasta la orilla opuesta, se congregó una gran muchedumbre a su alrededor mientras él estaba junto al mar.Comentario a Marcos 5,21-43
En la descripción de estos dos milagros Marcos deja notar su gusto por los detalles que evocan recuerdos muy precisos. Pero, al mismo tiempo, cada una de las cosas que relata está orientada a subrayar algunas enseñanzas a sus lectores: el alcance y el valor de la fe en Jesús, y nuestro encuentro personal con Él.
La hemorroísa padecía una enfermedad por la que incurría en impureza legal (cfr Lv 15,25ss.). El evangelista señala con rasgos vivos su situación desesperada y su audacia para tocar las vestiduras de Jesús. Realizada ya la curación, Jesús provoca el diálogo por el que hace patente a todos que la causa de la curación no hay que buscarla en una especie de sortilegio, sino en la fe de la hemorroísa y en el poder que emana de Él: «Ella toca, la muchedumbre oprime. ¿Qué significa “tocó” sino que creyó?» (S. Agustín, In Ioannis Evangelium 26,3).
La historia de Jairo muestra también la fe del jefe de la sinagoga que, alentado por Jesús, vence las dificultades que van surgiendo. Su hija está a punto de morir y por eso pasa por encima de su posición social y ruega a Jesús que vaya a curarla (vv. 22-23). Después de esto, por dos veces (vv. 36.40), ante la noticia de la muerte y las burlas, Jesús conforta su fe con palabras o con gestos. Finalmente, la fe de Jairo se ve recompensada con la resurrección de su hija. «Quien sabe dar buenos dones a sus hijos nos obliga a pedir, buscar y llamar. (...) Esto puede causar extrañeza si no entendemos que Dios nuestro Señor (...) pretende ejercitar con la oración nuestros deseos, y prepara la capacidad para recibir lo que nos ha de dar» (S. Agustín, Epistolae 130,16-17).
La resurrección de la niña, aunque es un hecho público, se realiza sólo en presencia de los padres y de los tres discípulos más allegados a Cristo. Aún así, les «insistió mucho» (v. 43) en que no divulgaran el milagro. Con esta actitud que ya se ha mostrado en otros lugares, parece que Jesús quería evitar interpretaciones equivocadas de su condición de Mesías-Salvador: la obra total de Cristo no comprende sólo sus milagros, sino también su muerte en la cruz y su resurrección.
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