Ir al contenido principal

Se romperá la arrogancia de tus olas (Jb 38,1.8-11)

12º domingo del Tiempo ordinario – B. 1ª lectura

1 Entonces el Señor respondió a Job desde el seno del torbellino diciendo:
8 ¿Quién encerró el mar con doble puerta,
cuando salía a borbotones del seno materno,
9 cuando le puse las nubes por vestido
y por pañales la niebla,
10 cuando le fijé un límite
y le puse cerrojos y puertas,
11 y le dije: «Hasta aquí llegarás y no más,
aquí se romperá la soberbia de tus olas»?

Comentario a Job 38,1-11

El discurso del Señor, de enorme riqueza expresiva y perfecto en su construcción literaria, es sencillo en su enseñanza: Dios está presente donde nunca lo estuvo Job ni ningún otro hombre; ha intervenido e interviene donde nunca lo hizo ni lo puede hacer el ser humano; organiza sabiamente y cuida con esmero de las criaturas que quedan lejos del alcance de los hombres. En resumen, Dios es infinitamente más poderoso y más sabio que Job; y, sin embargo, entabla diálogo con él y le invita a admirar juntos las maravillas del cosmos.

La descripción del mar (vv. 8-11) contiene rasgos simbólicos dignos de tener en cuenta. El océano que se muestra bravío en alta mar se amansa en la orilla (vv. 8-11), como un bebé inquieto que se calma al sentirse vestido y arropado. «Las puertas de la Santa Iglesia, explica San Gregorio Magno en sentido místico, podrán ser combatidas por las olas de la persecución, pero nunca podrán ser quebrantadas; la ola de la persecución podrá moverlas por fuera, pero nunca puede penetrar lo de dentro de su corazón» (Moralia in Iob 6,28,18,38).

Comentarios

Entradas más visitadas de este blog

Comed, que sobrará (2 R 4,42-44)

17º domingo del Tiempo ordinario – B. 1ª lectura 42 Vino un hombre de Baal-Salisá y trajo al hombre de Dios pan de las primicias, veinte panes de cebada y trigo nuevo en su alforja. Y dijo Eliseo: —Dadlo a la gente para que coma. 43 Pero su administrador replicó: —¿Qué voy a dar con esto a cien hombres? Le respondió: —Dáselo a la gente y que coman, porque así dice el Señor: «Comed, que sobrará». 44 Él les sirvió; comieron y sobró conforme a la palabra del Señor. Baal-Salisá estaba situada a unos 25 km. al oeste de Guilgal. Puesto que el pan de las primicias estaba destinado a Dios (cfr Lv 23,17-18) aquel hombre se lo ofrece a Eliseo como profeta del Señor; pero éste, dada la carestía existente, quiere compartirlo. Es probable que esos cien hombres pertenecieran a los círculos proféticos con los que vivía Eliseo. Eliseo da la orden de repartir el pan, a la vez que pronuncia el oráculo que ha recibido de Dios (v. 43), y el prodigio se realiza. También Jesucristo obr

La multiplicación de los panes (Jn 6,1-15)

17º domingo del Tiempo ordinario – B. Evangelio 1 Después de esto partió Jesús a la otra orilla del mar de Galilea, el de Tiberíades. 2 Le seguía una gran muchedumbre porque veían los signos que hacía con los enfermos. 3 Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos. 4 Pronto iba a ser la Pascua , la fiesta de los judíos. 5 Jesús, al levantar la mirada y ver que venía hacia él una gran muchedumbre, le dijo a Felipe: —¿Dónde vamos a comprar pan para que coman éstos? 6 —lo decía para probarle, pues él sabía lo que iba a hacer. 7 Felipe le respondió: —Doscientos denarios de pan no bastan ni para que cada uno coma un poco. 8 Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: 9 —Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero, ¿qué es esto para tantos? 10 Jesús dijo: —Mandad a la gente que se siente —había en aquel lugar hierba abundante. Y se sentaron un total de unos cinco mil hombres. 11 Jesús tomó los panes y, desp

Pecado y arrepentimiento de David (2 S 12,7-10.13)

11º domingo del Tiempo ordinario – C. 1ª lectura 7 Dijo entonces Natán a David: —Tú eres ese hombre. Así dice el Señor, Dios de Is­rael: «Yo te he ungido como rey de Israel; Yo te he librado de la mano de Saúl; 8 te he entregado la casa de tu señor y he puesto en tu regazo las mujeres de tu señor; te he dado la casa de Israel y de Judá; y, por si fuera poco, voy a añadirte muchas cosas más. 9 ¿Por qué has despreciado al Señor, haciendo lo que más le desagrada? Has matado a espada a Urías, el hitita; has tomado su mujer como esposa tuya y lo has matado con la espada de los amonitas. 10 Por todo esto, por haberme despreciado y haber tomado como esposa la mujer de Urías, el hitita, la espada no se apartará nunca de tu casa». 13 David dijo a Natán: —He pecado contra el Señor. Natán le respondió: —El Señor ya ha perdonado tu pecado. No morirás. En el párrafo anterior a éste, Natán acaba de interpelar a David con una de las parábolas más bellas del Antiguo Testamento provoca