Ir al contenido principal

Nos empeñamos en agradar a Dios (2 Co 5,6-10)

11º domingo del Tiempo ordinario – B. 2ª lectura

6 Por eso, siempre estamos llenos de buen ánimo, aun sabiendo que mientras moramos en el cuerpo, estamos en destierro lejos del Señor, 7 pues caminamos en la fe y no en la visión. 8 Así pues, estamos llenos de buen ánimo y preferimos salirnos de este cuerpo y volver junto al Señor. 9 Por eso, tanto ahora en el cuerpo como fuera de él, nos empeñamos en agradarle. 10 Porque todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba conforme a lo bueno o malo que hizo durante su vida mortal.

Comentario a 2 Corintios 5,6-10

A la vez que la esperanza de bienes tan grandes hace a San Pablo desear con ansia vivir junto al Señor (5,8), no pierde de vista que ahora ha de esforzarse por agradar a Dios, pensando en su encuentro con Cristo (5,9-10). El pasaje nos habla de la existencia del juicio particular: «Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1022). La sentencia de premio o castigo depende de los merecimientos del alma durante su vida en la tierra, ya que con la muerte termina el tiempo y la posibilidad de merecer. Las palabras de San Pablo nos exhortan a esforzarnos en esta vida por ser gratos al Señor: «¿No brilla en tu alma el deseo de que tu Padre-Dios se ponga contento cuando te tenga que juzgar?» (S. Josemaría Escrivá, Camino, n. 746).

Comentarios

gedeon ha dicho que…
La verdad es que es muy apropiado el comentario exegético. Se enlaza la enseñanza bíblica con el punto correspondiente del catecismo de la iglesia. de igual manera se añade un comentario de un santo. Palabra eterna, tradición y magisterio de la iglesia cierran el círculo.

Entradas más visitadas de este blog

Abrahán recibe a tres peregrinos (Gn 18,1-10a)

16º domingo del Tiempo ordinario – C. 1ª lectura 1 El Señor se manifestó a Abrahán junto a la encina de Mambré, cuando estaba sentado a la puerta de la tienda en lo más caluroso del día. 2 Abrahán alzó la vista y vio que tres hombres estaban de pie junto a él. Apenas los vio, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda y se postró en tierra 3 diciendo: —Mi Señor, si he hallado gracia a tus ojos, no pases sin detenerte junto a tu siervo. 4 Haré que traigan un poco de agua para que os lavéis los pies, y descansaréis bajo el árbol; 5 entretanto, traeré un trozo de pan para que reparéis vuestras fuerzas, y luego seguiréis adelante, pues por algo habéis pasado junto a vuestro siervo. Contestaron: —Sí, haz como has dicho. 6 Abrahán corrió a la tienda donde estaba Sara y le dijo: —Date prisa, amasa tres seim de flor de harina y haz unas tortas. 7 Él fue corriendo a la vacada, tomó un hermoso ternero recental y lo entregó a su siervo que se dio prisa en prepararlo. 8 Lu...

Himno a la caridad (1 Co 12,31—13,13)

4º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 12,31 Aspirad a los carismas mejores. Sin embargo, todavía os voy a mostrar un camino más excelente. 13,1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, sería como el bronce que resuena o un golpear de platillos. 2 Y aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, no sería nada. 3 Y aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, si no tengo caridad, de nada me aprovecharía. 4 La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, 5 no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, 6 no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; 7 todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 La caridad n...

Marta y María (Lc 10,38-42)

16º domingo del Tiempo ordinario – C. Evangelio 38 Cuando iban de camino entró en cierta aldea, y una mujer que se llamaba Marta le recibió en su casa. 39 Tenía ésta una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. 40 Pero Marta andaba afanada con numerosos quehaceres y poniéndose delante dijo: —Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en las tareas de servir? Dile entonces que me ayude. 41 Pero el Señor le respondió: —Marta, Marta, tú te preocupas y te inquietas por muchas cosas. 42 Pero una sola cosa es necesaria: María ha escogido la mejor parte, que no le será arrebatada. El evangelio nos habla en varias ocasiones (cfr Jn 11,1-45; 12,1-10) de estos tres hermanos —Lázaro, Marta y María— con los que Jesús tenía un trato de amistad. Las palabras de Jesús no son tanto un reproche a Marta como un elogio encendido de la actitud de María, que escucha la palabra del Señor: «Aquélla se agitaba, ésta se alimentaba; aquélla disponía much...