Ir al contenido principal

Tú eres mi Hijo, el amado, en ti me he complacido (Mc 1,7-11)

File:Bartolomé Esteban Murillo - The Baptism of Christ - Google Art Project.jpg

Bautismo del Señor – B. Evangelio

7 Juan predicaba:
—Después de mí viene el que es más poderoso que yo, ante quien yo no soy digno de inclinarme para desatarle la correa de las sandalias. 8 Yo os he bautizado en agua, pero él os bautizará en el Espíritu Santo.
9 Y sucedió que en aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 Y nada más salir del agua vio los cielos abiertos y al Espíritu que, en forma de paloma, descendía sobre él; 11 y se oyó una voz desde los cielos:
—Tú eres mi Hijo, el amado, en ti me he complacido.

Comentario a Marcos 1,7-11

El Bautista predicaba un bautismo de penitencia, y predicaba la llegada de Jesús como alguien «más poderoso que yo» (v. 7), cuyo bautismo será en «el Espíritu Santo».
En efecto, el bautismo de Juan suponía reconocer la propia condición de pecador —«confesando sus pecados» (v. 5)—, puesto que tal rito significaba precisamente eso. Esta confesión de los pecados es distinta del sacramento cristiano de la Penitencia. Sin embargo, era agradable a Dios al ser signo de arrepentimiento interior y estar acompañada de frutos dignos de penitencia (Mt 3,7-10; Lc 3,7-9): «El bautismo de Juan no consistió tanto en el perdón de los pecados como en ser un bautismo de penitencia con miras a la remisión de los pecados, es decir, la que tendría que venir después por medio de la santificación de Cristo. (...) No puede llamarse bautismo perfecto sino en virtud de la cruz y de la resurrección de Cristo» (S. Jerónimo, Contra luciferianos 7).
El relato del Bautismo de Jesús recuerda que Éste acudió a ser bautizado por Juan aun cuando no tenía necesidad de un bautismo de penitencia. El evangelista se fija sobre todo en la manifestación, por parte de la Trinidad, de Jesús como Hijo y como Mesías. Así lo indican la voz del Padre desde los cielos y el descenso del Espíritu sobre Jesucristo (cfr notas a Mt 3,13-17 y Lc 3,21-22). La tradición entendió el descenso del Espíritu Santo en forma de paloma como un signo de paz y de reconciliación (cfr Gn 8,10-11) ofrecido por Dios a los hombres en Cristo: «Hoy el Espíritu Santo se cierne sobre las aguas en forma de paloma, para que, así como la paloma de Noé anunció el fin del diluvio, de la misma forma ésta fuera signo de que ha terminado el perpetuo naufragio del mundo. Pero a diferencia de aquélla, que sólo llevaba un ramo de olivo caduco, ésta derramará la enjundia completa del nuevo crisma en la cabeza del Autor de la nueva progenie» (S. Pedro Crisólogo, Sermones 160).
En consonancia con ese significado, la apertura de los cielos (cfr v. 10) evoca el cumplimiento del deseo de restauración definitiva que tenía el pueblo, cuando le pedía a Dios: «¡Ojalá abrieras los cielos y bajases!» (Is 63,19). No es extraño que los primeros escritores cristianos entendieran también el episodio en ese sentido, como una puerta de acceso de los hombres a Dios: «Antes, las puertas del cielo permanecían cerradas y la región de arriba era inaccesible. Podemos descender a lo más bajo y, en cambio, no podemos volver a subir a lo más alto. ¿Acaso tuvo lugar sólo el Bautismo del Señor? Tuvo también lugar la renovación del hombre viejo. (...) Se hizo la reconciliación de lo visible con lo invisible. Los poderes del cielo se llenaron de alegría, y fueron curadas las enfermedades de la tierra; las cosas que permanecían escondidas salieron a la luz; los que estaban en el número de los enemigos se hicieron amigos» (S. Hipólito, De theophania 6).

Comentarios

Entradas más visitadas de este blog

Desde la eternidad fue formada la Sabiduría (Pr 8,22-31)

Santísima Trinidad – C. 1ª lectura 22 El Señor me tuvo al principio de sus caminos, antes de que hiciera cosa alguna, desde antaño. 23 Desde la eternidad fui formada, desde el comienzo, antes que la tierra. 24 Cuando no existían los océanos fui dada a luz, cuando no había fuentes repletas de agua. 25 Antes que se asentaran los montes, antes que las colinas fui dada a luz. 26 Aún no había hecho la tierra ni los campos, ni el polvo primero del mundo. 27 Cuando asentaba los cielos, allí estaba yo, cuando fijaba un límite a la superficie del océano, 28 cuando sujetaba las nubes en lo alto, cuando consolidaba las fuentes del océano, 29 cuando ponía su límite al mar para que las aguas no lo traspasaran, cuando fijaba los cimientos de la tierra, 30 yo estaba proyectando junto a Él, lo deleitaba día a día, actuando ante Él en todo momento, 31 jugando con el orbe de la tierra, y me deleitaba con los hijos de Adán. Comentario a Proverbios 8,22-31 La Sabidurí...

Himno a la caridad (1 Co 12,31—13,13)

4º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 12,31 Aspirad a los carismas mejores. Sin embargo, todavía os voy a mostrar un camino más excelente. 13,1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, sería como el bronce que resuena o un golpear de platillos. 2 Y aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, no sería nada. 3 Y aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, si no tengo caridad, de nada me aprovecharía. 4 La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, 5 no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, 6 no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; 7 todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 La caridad n...

Bautizados en un mismo espíritu (1 Co 12,3b-7.12-13)

Pentecostés – 2ª lectura 3 Nadie puede decir: «¡Señor Jesús!», sino por el Espíritu Santo. 4 Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo; 5 y diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; 6 y diversidad de acciones, pero Dios es el mismo, que obra todo en todos. 7 A cada uno se le concede la manifestación del Espíritu para provecho común. 12 Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, aun siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. 13 Porque todos nosotros, tanto judíos como griegos, tanto siervos como libres, fuimos bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. Comentario a 1 Corintios 12,3-13 Parece que entre los corintios paganos se daban fenómenos de exaltación religiosa, como entrar en trance, acom...