Ir al contenido principal

La predicación de Jonás (Jon 3,1-5.10)

3º domingo del Tiempo ordinario – B. 1ª lectura

1 La palabra del Señor fue dirigida a Jonás por segunda vez, diciéndole:
2 —Levántate, vete a Nínive, la gran ciudad, y pregona en ella el mensaje que voy a decirte.
3 Jonás se levantó y se encaminó a Nínive, con arreglo a la orden del Señor.
Nínive era una gran ciudad ante Dios. Tres días hacían falta para recorrerla. 4 Estuvo Jonás deambulando un día entero por la ciudad, predicando y diciendo:
—Dentro de cuarenta días Nínive será destruida.
5 Las gentes de Nínive creyeron en Dios. Convocaron a un ayuno y se vistieron de saco del mayor al más pequeño.
10 Dios miró sus obras, cómo se convertían de su mala conducta, y se arrepintió Dios del mal que había dicho que les iba a hacer, y no lo hizo.

Comentario a Jonás 3,1-5.10)

Se renueva la misión de Dios a Jonás. Si antes desobedeció (capítulos 1 y 2), ahora obedece. El éxito de la misión está asegurado, porque no depende de Jonás sino del Señor: tres días hacían falta para cruzar Nínive (v. 3), pero en uno solo (v. 4) se consiguen ya los efectos buscados (cfr 3,5).

El relato de la conversión de los ninivitas parece escrito sobre la falsilla de otros textos bíblicos, especialmente del profeta Jeremías: Jeremías es el «profeta de las naciones» (Jr 1,5) y Jonás es enviado a la cuidad prototipo de las naciones gentiles. También recuerdan al profeta de Anatot muchas expresiones de estos versículos: en el libro de Jeremías, Jerusalén es llamada «la gran ciudad», como aquí se denomina a Nínive (1,2; 3,2; cfr Jr 22,8-9), y en ambos libros se encuentran giros comunes: «que cada uno se convierta de su mala conducta», «hombres y animales», «del mayor al más pequeño» (3,5.8; cfr Jr 6,13; 8,10; 36,3.7), etc. El pasaje recuerda especialmente la llamada al ayuno que hace Jeremías en tiempos del rey Yoyaquim. En Jr 36 se relata cómo el profeta anuncia desventuras, y proclama el ayuno para la conversión (Jr 36,9), pero el rey Yoyaquim desoye el oráculo. También en -Jonás se anuncian desventuras para Nínive, pero son los mismos ninivitas quienes, como si Dios hablara por ellos, convocan a un ayuno general (3,4). Incluso es el mismo rey quien, con un vocabulario que recuerda al de los profetas (vv. 7-9; cfr Jl 2,12-14), establece los ritos penitenciales. Pero hay todavía más: el rey de los ninivitas parece un buen conocedor de la doctrina bíblica, pues sabe (cfr Jr 36,3.9) que las muestras de penitencia no llevan consigo, de manera automática, el cambio de conducta de Dios; él se convierte sinceramente y está a la espera de lo que haga Dios (v. 9). Y Dios se echa para atrás de su decisión al ver que aquellos hombres cambian de vida (v. 10). El episodio es un buen ejemplo de la doctrina de Jeremías (cfr Jr 18,7-8).

El contraste entre los ninivitas y los israelitas está presente en el uso del texto que hace Jesús cuando compara a sus oyentes judíos con sus antepasados: «Los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación en el Juicio y la condenarán: porque se convirtieron ante la predicación de Jonás, y daos cuenta de que aquí hay algo más que Jonás» (Mt 12,41). No es extraño por eso que, en la tradición cristiana, los ninivitas hayan quedado como modelo de penitencia: «Recorramos todos los tiempos, y aprenderemos cómo el Señor, de generación en generación, concedió un tiempo de penitencia a los que deseaban convertirse a él. Noé predicó la penitencia, y los que lo escucharon se salvaron. Jonás anunció a los ninivitas la destrucción de su ciudad, y ellos, arrepentidos de sus pecados, pidieron perdón a Dios y, a fuerza de súplicas, alcanzaron la indulgencia, a pesar de no ser del pueblo elegido» (S. Clemente Romano, Ad Corinthios 7,5-7).

Y otro texto de un gran Padre de Oriente comenta: «No consideres el poco espacio de tiempo que tienes, sino el amor del maestro. El pueblo de Nínive apartó de sí la gran ira de Dios en tres días. El poco espacio de tiempo que tenían no les disuadió, sino que sus almas ansiosas conquistaron la bondad del maes-tro y después fueron capaces de cumplir toda la obra» (S. Juan Crisóstomo, De incomprehensibile Dei natura 6).

Comentarios

Entradas más visitadas de este blog

Comed, que sobrará (2 R 4,42-44)

17º domingo del Tiempo ordinario – B. 1ª lectura 42 Vino un hombre de Baal-Salisá y trajo al hombre de Dios pan de las primicias, veinte panes de cebada y trigo nuevo en su alforja. Y dijo Eliseo: —Dadlo a la gente para que coma. 43 Pero su administrador replicó: —¿Qué voy a dar con esto a cien hombres? Le respondió: —Dáselo a la gente y que coman, porque así dice el Señor: «Comed, que sobrará». 44 Él les sirvió; comieron y sobró conforme a la palabra del Señor. Baal-Salisá estaba situada a unos 25 km. al oeste de Guilgal. Puesto que el pan de las primicias estaba destinado a Dios (cfr Lv 23,17-18) aquel hombre se lo ofrece a Eliseo como profeta del Señor; pero éste, dada la carestía existente, quiere compartirlo. Es probable que esos cien hombres pertenecieran a los círculos proféticos con los que vivía Eliseo. Eliseo da la orden de repartir el pan, a la vez que pronuncia el oráculo que ha recibido de Dios (v. 43), y el prodigio se realiza. También Jesucristo obr

La multiplicación de los panes (Jn 6,1-15)

17º domingo del Tiempo ordinario – B. Evangelio 1 Después de esto partió Jesús a la otra orilla del mar de Galilea, el de Tiberíades. 2 Le seguía una gran muchedumbre porque veían los signos que hacía con los enfermos. 3 Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos. 4 Pronto iba a ser la Pascua , la fiesta de los judíos. 5 Jesús, al levantar la mirada y ver que venía hacia él una gran muchedumbre, le dijo a Felipe: —¿Dónde vamos a comprar pan para que coman éstos? 6 —lo decía para probarle, pues él sabía lo que iba a hacer. 7 Felipe le respondió: —Doscientos denarios de pan no bastan ni para que cada uno coma un poco. 8 Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: 9 —Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero, ¿qué es esto para tantos? 10 Jesús dijo: —Mandad a la gente que se siente —había en aquel lugar hierba abundante. Y se sentaron un total de unos cinco mil hombres. 11 Jesús tomó los panes y, desp

Pecado y arrepentimiento de David (2 S 12,7-10.13)

11º domingo del Tiempo ordinario – C. 1ª lectura 7 Dijo entonces Natán a David: —Tú eres ese hombre. Así dice el Señor, Dios de Is­rael: «Yo te he ungido como rey de Israel; Yo te he librado de la mano de Saúl; 8 te he entregado la casa de tu señor y he puesto en tu regazo las mujeres de tu señor; te he dado la casa de Israel y de Judá; y, por si fuera poco, voy a añadirte muchas cosas más. 9 ¿Por qué has despreciado al Señor, haciendo lo que más le desagrada? Has matado a espada a Urías, el hitita; has tomado su mujer como esposa tuya y lo has matado con la espada de los amonitas. 10 Por todo esto, por haberme despreciado y haber tomado como esposa la mujer de Urías, el hitita, la espada no se apartará nunca de tu casa». 13 David dijo a Natán: —He pecado contra el Señor. Natán le respondió: —El Señor ya ha perdonado tu pecado. No morirás. En el párrafo anterior a éste, Natán acaba de interpelar a David con una de las parábolas más bellas del Antiguo Testamento provoca