33º domingo del Tiempo ordinario – C. Evangelio 5 Como algunos le hablaban del Templo , que estaba adornado con bellas piedras y ofrendas votivas , dijo: 6 —Vendrán días en los que de esto que veis no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida. 7 Le preguntaron: —Maestro, ¿cuándo ocurrirán estas cosas y cuál será la señal de que están a punto de suceder? 8 Él dijo: —Mirad, no os dejéis engañar; porque vendrán en mi nombre muchos diciendo: «Yo soy», y «el momento está próximo». No les sigáis. 9 Cuando oigáis hablar de guerras y de revoluciones, no os aterréis, porque es necesario que sucedan primero estas cosas. Pero el fin no es inmediato. 10 Entonces les decía: —Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino; 11 habrá grandes terremotos y hambre y peste en diversos lugares; habrá cosas aterradoras y grandes señales en el cielo. 12 Pero antes de todas estas cosas os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, llevándoos ante reye...
Solemnidad de Cristo Rey – A . 2ª
lectura
20 Ahora
bien, Cristo ha resucitado de entre los muertos, como primer fruto de los que
mueren. 21 Porque como por un hombre vino la muerte, también por un
hombre la resurrección de los muertos. 22 Y así como en Adán todos
mueren, así también en Cristo todos serán vivificados. 23 Pero cada
uno en su propio orden: como primer fruto, Cristo; luego, con su venida, los que
son de Cristo. 24 Después llegará el fin, cuando entregue el Reino a
Dios Padre, cuando haya aniquilado todo principado, toda potestad y poder. 25
Pues es necesario que él reine, hasta que ponga a todos los enemigos bajo
sus pies. 26 Como último enemigo será destruida la muerte. 28 Y
cuando le hayan sido sometidas todas las cosas, entonces también el mismo Hijo
se someterá a quien a él sometió todo, para que Dios sea todo en todas las
cosas.
La unión de los cristianos con Cristo es tan profunda que la resurrección
de Jesucristo es principio y causa de nuestra resurrección. Como la
desobediencia de Adán trajo la muerte de todos, Jesucristo —nuevo Adán— ha
merecido la resurrección de todos (vv. 21-23). La salvación del cristiano
culminará tras la muerte con la resurrección del cuerpo, al final de los
tiempos (vv. 24-25). «Creer en la resurrección de los muertos ha sido desde sus
comienzos un elemento esencial de la fe cristiana. “La resurrección de los
muertos es esperanza de los cristianos; somos cristianos por creer en ella”
(Tertuliano, De resurrectione mortuorum,
1,1)» (Catecismo de la Iglesia Católica ,
n. 991).
San Pablo expone toda la obra mesiánica y redentora de Cristo (vv.
25-28): según el designio del Padre, Cristo ha sido constituido soberano del universo,
dando cumplimiento a las Escrituras (Sal 110,1 y 8,7). La soberanía de Cristo
sobre toda la creación (v. 28) se realiza ya en el tiempo, pero alcanzará su
plenitud definitiva al final de la historia cuando Dios sea todo en todos. La Iglesia celebra cada año,
en el último domingo del tiempo ordinario, la festividad de Jesucristo, Rey del
Universo, para recordar su dominio supremo y absoluto sobre todas las cosas.

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