33º domingo del Tiempo ordinario – C. Evangelio 5 Como algunos le hablaban del Templo , que estaba adornado con bellas piedras y ofrendas votivas , dijo: 6 —Vendrán días en los que de esto que veis no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida. 7 Le preguntaron: —Maestro, ¿cuándo ocurrirán estas cosas y cuál será la señal de que están a punto de suceder? 8 Él dijo: —Mirad, no os dejéis engañar; porque vendrán en mi nombre muchos diciendo: «Yo soy», y «el momento está próximo». No les sigáis. 9 Cuando oigáis hablar de guerras y de revoluciones, no os aterréis, porque es necesario que sucedan primero estas cosas. Pero el fin no es inmediato. 10 Entonces les decía: —Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino; 11 habrá grandes terremotos y hambre y peste en diversos lugares; habrá cosas aterradoras y grandes señales en el cielo. 12 Pero antes de todas estas cosas os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, llevándoos ante reye...
28º domingo del Tiempo ordinario – A .
2ª lectura
12 He
aprendido a vivir en la pobreza, he aprendido a vivir en la abundancia, estoy
acostumbrado a todo en todo lugar, a la hartura y a la escasez, a la riqueza y
a la pobreza. 13 Todo lo puedo en Aquel que me conforta. 14 No
obstante, habéis hecho bien al compartir mi tribulación.
Las posibles dificultades que puedan presentarse en la vida no constituyen
un obstáculo insalvable ni pueden ser ocasión de perder la paz. El cristiano
cuenta con la fortaleza que Dios proporciona.
La generosidad de los filipenses emociona a San Pablo. No busca
dádivas de los de Filipos, sino el fruto que a ellos mismos les reportarán sus
limosnas: «No necesito, dice, ni busco nada necesario, sino que debéis usar únicamente
de benevolencia, para que podáis recibir el fruto de vuestra benevolencia»
(Mario Victorino, In epistolam Pauli ad
Philippenses 4,17).
Como Dios es remunerador, resulta mucho más beneficiado quien da
limosna que quien la recibe. Quien da recibirá la gloria eterna ganada por
Cristo Jesús: «Que quien distribuye limosnas lo haga con despreocupación y
alegría, ya que, cuanto menos se reserve para sí, mayor será la ganancia que
obtendrá» (S. León Magno, Sermo 10 de
Quadragesima 5).

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