Ir al contenido principal

Para mí, el vivir es Cristo (Flp 1,20b-24.27)

25º domingo del Tiempo ordinario – A . 2ª lectura
20b Cristo será glorificado en mi cuerpo, tanto en mi vida como en mi muerte. 21 Porque para mí, el vivir es Cristo, y el morir una ganancia. 22 Pero si vivir en la carne me supone trabajar con fruto, entonces no sé qué escoger. 23 Me siento apremiado por los dos extremos: el deseo que tengo de morir para estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor, 24 o permanecer en la carne, que es más necesario para vosotros.
27 Sólo importa una cosa: que llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo, para que, tanto si voy a veros como si estoy ausente, sepa que estáis firmes en un solo Espíritu, luchando unánimes por la fe del Evangelio,
En el versículo 23 hemos traducido por «morir» un verbo griego que se solía utilizar para designar la acción de soltar las amarras de una nave antes de salir del puerto, o de levantar los campamentos para trasladar el ejército a otro lugar. El Apóstol entiende, pues, la muerte como una liberación de las ataduras terrenas, para ir enseguida a «estar con Cristo». Gracias a Cristo, la muerte tiene un sentido. Así se comprende que la muerte sea una «ganancia» (v. 21), pues supone poder ver a Dios definitivamente cara a cara (cfr 1 Co 13,12) y llegar a la unión perenne con Cristo. «Vivir en el cielo es “estar con Cristo” (cfr Jn 14,3; Flp 1,23; 1 Ts 4,17). Los elegidos viven “en Él”, aún más, tienen allí, o mejor, encuentran allí su verdadera identidad, su propio nombre (cfr Ap 2, 17): “Pues la vida es estar con Cristo; donde está Cristo, allí está la vida, allí está el reino” (S. Ambrosio, Luc. 10,121)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1025). Este deseo de ver y gozar de Dios en el Cielo hacía cantar a Santa Teresa de Jesús: «Vivo sin vivir en mí / y tan alta vida espero / que muero porque no muero» (Poesías 2).
También en el versículo 27 hay un detalle filológico que tiene interés señalar. La expresión griega traducida por «llevar una vida digna» tiene un significado más preciso: «vivir como dignos ciudadanos». Aludiendo quizá al derecho de ciudadanía romana que tenían los habitantes de Filipos, y del que estaban muy orgullosos, Pablo enseña que los cristianos, junto con la posición que ocupan en la sociedad, tienen una ciudadanía en los cielos (cfr Flp 3,20). Se trata, en definitiva, de vivir aquí en la tierra como ciudadanos del Reino de Dios, sabiendo que «la esperanza escatológica no merma la importancia de las tareas temporales, sino que más bien proporciona nuevos motivos de apoyo para su ejercicio» (Conc. Vaticano II, Gaudium et spes, n. 21).

Comentarios

Entradas más visitadas de este blog

Desde la eternidad fue formada la Sabiduría (Pr 8,22-31)

Santísima Trinidad – C. 1ª lectura 22 El Señor me tuvo al principio de sus caminos, antes de que hiciera cosa alguna, desde antaño. 23 Desde la eternidad fui formada, desde el comienzo, antes que la tierra. 24 Cuando no existían los océanos fui dada a luz, cuando no había fuentes repletas de agua. 25 Antes que se asentaran los montes, antes que las colinas fui dada a luz. 26 Aún no había hecho la tierra ni los campos, ni el polvo primero del mundo. 27 Cuando asentaba los cielos, allí estaba yo, cuando fijaba un límite a la superficie del océano, 28 cuando sujetaba las nubes en lo alto, cuando consolidaba las fuentes del océano, 29 cuando ponía su límite al mar para que las aguas no lo traspasaran, cuando fijaba los cimientos de la tierra, 30 yo estaba proyectando junto a Él, lo deleitaba día a día, actuando ante Él en todo momento, 31 jugando con el orbe de la tierra, y me deleitaba con los hijos de Adán. Comentario a Proverbios 8,22-31 La Sabidurí...

Himno a la caridad (1 Co 12,31—13,13)

4º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 12,31 Aspirad a los carismas mejores. Sin embargo, todavía os voy a mostrar un camino más excelente. 13,1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, sería como el bronce que resuena o un golpear de platillos. 2 Y aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, no sería nada. 3 Y aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, si no tengo caridad, de nada me aprovecharía. 4 La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, 5 no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, 6 no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; 7 todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 La caridad n...

Bautizados en un mismo espíritu (1 Co 12,3b-7.12-13)

Pentecostés – 2ª lectura 3 Nadie puede decir: «¡Señor Jesús!», sino por el Espíritu Santo. 4 Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo; 5 y diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; 6 y diversidad de acciones, pero Dios es el mismo, que obra todo en todos. 7 A cada uno se le concede la manifestación del Espíritu para provecho común. 12 Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, aun siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. 13 Porque todos nosotros, tanto judíos como griegos, tanto siervos como libres, fuimos bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. Comentario a 1 Corintios 12,3-13 Parece que entre los corintios paganos se daban fenómenos de exaltación religiosa, como entrar en trance, acom...