23º domingo del Tiempo ordinario – A . 2ª lectura
8 No debáis nada a nadie, a no ser el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo ha cumplido plenamente la Ley. 9 Pues
no adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y cualquier otro
precepto, se compendian en este mandamiento: Amarás a tu prójimo como a
ti mismo. 10 La caridad no hace mal al prójimo. Por tanto, la caridad es la plenitud de la Ley.
Estos
versículos hacen presente a la enseñanza de Jesús (cfr Mt 22,36-40): el
amor es la plenitud de la Ley. Esto no significa que cualquier otra
norma moral quede anulada. «Los fieles están obligados a reconocer y
respetar los preceptos morales específicos, declarados y enseñados por
la Iglesia en el nombre de Dios, Creador y Señor. Cuando el apóstol
Pablo recapitula el cumplimiento de la Ley en el precepto de amar al
prójimo como a sí mismo, no atenúa los mandamientos, sino que, sobre
todo, los confirma, desde el momento en que revela sus exigencias y
gravedad. El amor a Dios y el amor al prójimo son inseparables de la
observancia de los mandamientos de la Alianza, renovada en la sangre de
Jesucristo y en el don del Espíritu Santo» (Juan Pablo II, Veritatis splendor, n. 77).
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