Bautismo del
Señor. 2ª lectura
34 Pedro comenzó a hablar:
—En verdad
comprendo que Dios no hace acepción de personas, 35 sino que en
cualquier pueblo le es agradable todo el que le teme y obra la justicia. 36 Ha enviado su
palabra a los hijos de Israel, anunciando el Evangelio de la paz por medio de
Jesucristo, que es Señor de todos.
37 Vosotros sabéis lo ocurrido por toda Judea, comenzando
por Galilea, después del bautismo que predicó Juan: 38 cómo a Jesús
de Nazaret le ungió Dios con el Espíritu Santo y poder, y cómo pasó haciendo el
bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
La conversión del centurión pagano Cornelio al
cristianismo es uno de los puntos culminantes del libro de los Hechos de los
Apóstoles. Manifiesta la dimensión universal del Evangelio y hace ver que la
fuerza del Espíritu Santo no conoce límites ni barreras. Por ello, como en
otras ocasiones, Lucas lo narra dos veces: en este capítulo, según el orden de
los acontecimientos y con muchos detalles que subrayan y ayudan a entender los
puntos fundamentales, y en el siguiente (Hch 11,1-18), según la justificación
de Pedro ante los hermanos de Jerusalén.
Al comienzo de este capítulo se había presentado a
Cornelio como hombre piadoso y «temeroso de Dios» (Hch 10,2.4). Esta expresión
posee un valor preciso y se usaba para designar a las personas que adoraban al
Dios de la Biblia,
participaban en las plegarias de la sinagoga (cfr 13,16), y practicaban los
principales mandamientos de la Ley
judía, aun sin convertirse formalmente al judaísmo mediante la circuncisión.
Después la atención se había desplazado hacia Pedro,
quien recibe dos mandatos del Espíritu Santo: comer de los animales que se le
presentan en la visión (cfr Hch 13-15) y acompañar a los que han venido a
buscarle (cfr v. 20). En casa de Cornelio, Pedro comprende con profundidad que
ha sido Dios quien ha guiado todos sus pasos (vv. 28-29). Cuando oye la
explicación del centurión (vv. 30-33) entiende (v. 34) el pleno significado de
lo que había oído en la enseñanza de Jesús y se da cuenta de que, en los planes
salvadores de Dios, judíos y paganos son iguales. Este descubrimiento sencillo
y capital ha requerido una especial intervención divina.
Sin embargo, la acción del Espíritu Santo va más
lejos que la de los hombres. A Cornelio el ángel sólo le había dicho que
mandara venir a Pedro y escuchara sus palabras (vv. 5.22.33) y por eso Pedro,
en un apretado discurso, síntesis de todo el Evangelio (vv. 37-43), predica la
verdad de Cristo Jesús.
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