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No quedará piedra sobre piedra (Lc 21,5-19)

33º domingo del Tiempo ordinario – C. Evangelio 5 Como algunos le hablaban del Templo , que estaba adornado con bellas piedras y ofrendas votivas , dijo: 6 —Vendrán días en los que de esto que veis no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida. 7 Le preguntaron: —Maestro, ¿cuándo ocurrirán estas cosas y cuál será la señal de que están a punto de suceder? 8 Él dijo: —Mirad, no os dejéis engañar; porque vendrán en mi nombre muchos diciendo: «Yo soy», y «el momento está próximo». No les sigáis. 9 Cuando oigáis hablar de guerras y de revoluciones, no os aterréis, porque es necesario que sucedan primero estas cosas. Pero el fin no es inmediato. 10 Entonces les decía: —Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino; 11 habrá grandes terremotos y hambre y peste en diversos lugares; habrá cosas aterradoras y grandes señales en el cielo. 12 Pero antes de todas estas cosas os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, llevándoos ante reye...

Los lienzos en el sepulcro vacío (Jn 20,1-9)

Domingo de Resurrección – Evangelio

El día siguiente al sábado, muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio quitada la piedra del sepulcro. Entonces echó a correr, llegó hasta donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, el que Jesús amaba, y les dijo:
—Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto.
Salió Pedro con el otro discípulo y fueron al sepulcro.
Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó antes al sepulcro. Se inclinó y vio allí los lienzos plegados, pero no entró. Llegó tras él Simón Pedro, entró en el sepulcro y vio los lienzos plegados, y el sudario que había sido puesto en su cabeza, no plegado junto con los lienzos, sino aparte, todavía enrollado, en un sitio. Entonces entró también el otro discípulo que había llegado antes al sepulcro, vio y creyó. No entendían aún la Escritura según la cual era preciso que resucitara de entre los muertos.

Comentario a Juan 20,1-9

Los cuatro evangelios relatan los testimonios de las santas mujeres y de los discípulos acerca de la resurrección gloriosa de Cristo. Tales testimonios se refieren a dos realidades: el sepulcro vacío y las apariciones de Jesús resucitado. San Juan destaca que, aunque fue María Magdalena la primera en ir al sepulcro, son los Apóstoles los primeros en entrar y percibir los detalles externos que mostraban que Cristo había resucitado (el sepulcro vacío, los lienzos caídos, el sudario aparte...). El discípulo amado comprueba la ausencia del cuerpo de Jesús: el estado del sepulcro, especialmente de los lienzos «plegados» (literalmente, «yacentes», «aplanados», «caídos»), revelaba que lo sucedido no había podido ser obra humana, y que Jesús no había vuelto a una vida terrena como Lázaro. Por eso anota que «vio» y «creyó» (v. 8).

El sepulcro vacío y los demás detalles que vieron Pedro y Juan son señales perceptibles por los sentidos; la resurrección, en cambio, aunque pueda tener efectos comprobables por la experiencia, requiere la fe para ser aceptada. Puede decirse con Santo Tomás de Aquino que «cada uno de los argumentos de por sí no bastaría para demostrar la resurrección, pero, tomados en conjunto, la manifiestan suficientemente; sobre todo por el testimonio de la Sagrada Escritura (cfr especialmente Lc 24,25-27), el anuncio de los ángeles (cfr Lc 24,4-7) y la palabra de Cristo confirmada con milagros» (Summa theologiae 3,55,6 ad 1).

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