Domingo de Resurrección – Evangelio
Comentario a Juan 20,1-9
Los cuatro evangelios relatan los testimonios de las santas mujeres y de los discípulos acerca de la resurrección gloriosa de Cristo. Tales testimonios se refieren a dos realidades: el sepulcro vacío y las apariciones de Jesús resucitado. San Juan destaca que, aunque fue María Magdalena la primera en ir al sepulcro, son los Apóstoles los primeros en entrar y percibir los detalles externos que mostraban que Cristo había resucitado (el sepulcro vacío, los lienzos caídos, el sudario aparte...). El discípulo amado comprueba la ausencia del cuerpo de Jesús: el estado del sepulcro, especialmente de los lienzos «plegados» (literalmente, «yacentes», «aplanados», «caídos»), revelaba que lo sucedido no había podido ser obra humana, y que Jesús no había vuelto a una vida terrena como Lázaro. Por eso anota que «vio» y «creyó» (v. 8).
El sepulcro vacío y los demás detalles que vieron Pedro y Juan son señales perceptibles por los sentidos; la resurrección, en cambio, aunque pueda tener efectos comprobables por la experiencia, requiere la fe para ser aceptada. Puede decirse con Santo Tomás de Aquino que «cada uno de los argumentos de por sí no bastaría para demostrar la resurrección, pero, tomados en conjunto, la manifiestan suficientemente; sobre todo por el testimonio de la Sagrada Escritura (cfr especialmente Lc 24,25-27), el anuncio de los ángeles (cfr Lc 24,4-7) y la palabra de Cristo confirmada con milagros» (Summa theologiae 3,55,6 ad 1).
Comentarios