3º domingo de Pascua – B. 1ª lectura
12 Al ver aquello, Pedro dijo al pueblo:
Comentario a Hechos de los Apóstoles 3,13-19
Tras la curación del cojo que se acaba de narrar, se introduce este segundo discurso de San Pedro. Tiene dos partes: en la primera (vv. 12-16), el Apóstol explica que el milagro se ha realizado en el nombre de Jesús y por la fe en su nombre; en la segunda (vv. 17-26), subraya que en Jesús se cumplen las profecías del Antiguo Testamento y mueve a penitencia a la multitud reunida, responsable también de alguna manera de la muerte de Cristo. Al final (vv. 25-26), Pedro anotará un motivo común en la predicación apostólica (cfr 2,39): la salvación se dirige en primer lugar al pueblo elegido, pero está abierta a todos.
El discurso se refiere a Jesús con términos fáciles de entender por judíos en sentido mesiánico. Se le llama Hijo (v. 13), Cristo (vv. 18.20), y también «profeta» (v. 22). Las expresiones «el Santo» y «el Justo» (v. 14), novedosas aquí, se emplean ya como predicado o título mesiánico de Jesús en otros lugares (7,52; Mc 1,24; Lc 4,34). «Santo» y «Justo» son palabras equivalentes, como lo son también santidad y justicia.
San Pedro (v. 17), como después San Pablo (13,27), habla de la ignorancia de las gentes y de los jefes en la condena a Jesús. Con ello, no hacen sino repetir las palabras de Jesús en la cruz (Lc 23,34). De la misma manera, el gesto del pueblo que se convierte (4,4) evoca el momento en que las gentes se golpeaban el pecho tras la muerte del Señor (Lc 23,48).
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