Ir al contenido principal

Les daré alegría en mi casa de oración (Is 56,1.6-7)

20º domingo del Tiempo ordinario – A . 1ª lectura
1 Esto dice el Señor:
«Guardad el derecho y practicad la justicia,
que pronto va a llegar mi salvación
y a revelarse mi justicia».
6 A los hijos del extranjero que se adhieran al Señor para servirlo
y amar el Nombre del Señor,
para serle sus siervos,
y a cuantos guarden el sábado sin profanarlo,
y mantengan mi alianza,
7 les haré entrar en mi monte santo,
les daré alegría en mi casa de oración:
sus holocaustos y sus sacrificios
me serán gratos sobre mi altar,
porque mi casa será llamada
casa de oración para todos los pueblos».
Comienza aquí la tercera parte del libro de Isaías, llamada también «Tercer Isaías» o «Trito­isaías». Está compuesta por visiones proféticas y oráculos sobre la nueva Sión y las naciones de la tierra. La primera sección (Is 56,1-59,21) recoge un conjunto de oráculos que abre ya perspectivas de salvación de alcance universal, aunque su llegada experimenta retrasos a causa de los pecados del pueblo de Dios.
En la Jerusalén renovada el Templo comenzará a abrirse a todos los pueblos. Lo que se anunciaba para los últimos días al inicio del libro (cfr Is 2,2-5) comienza a suceder: el Templo del Señor será casa de oración para los que antes no podían entrar y para todos los pueblos.
En contraste con la antigua legislación (Lv 22,25; Dt 23,2-9), que excluía de la participación en la asamblea de Israel a extranjeros (la misma actitud se refleja en Esd 9,1-12 y Ne 9,1-2), el presente oráculo manifiesta una mentalidad mucho más abierta y universalista (cfr Sb 3,14): no hay inconveniente en acogerlos con tal de que observen el sábado y la Alianza (cfr v. 6). Los lazos para formar parte de la comunidad del pueblo de Dios ya no son estrictamente los de la sangre, sino que son necesarios y suficientes los de la comunión en el culto al verdadero Dios y la práctica de la moralidad establecida por la antigua Alianza.
La misión que comienza a desempeñar el Templo reconstruido al regreso de los desterrados —la invitación dirigida a todos los hombres sin exclusiones para que puedan adorar al Señor integrados en el pueblo de Dios— tiene su culminación gracias a la Redención llevada a cabo por Jesucristo. En la purificación del Templo (Mt 21,12-13 y par.), en la que Jesús apela a palabras del v. 6 —junto con Jr 7,11— se da pleno cumplimiento al anuncio profético.

Comentarios

Entradas más visitadas de este blog

Desde la eternidad fue formada la Sabiduría (Pr 8,22-31)

Santísima Trinidad – C. 1ª lectura 22 El Señor me tuvo al principio de sus caminos, antes de que hiciera cosa alguna, desde antaño. 23 Desde la eternidad fui formada, desde el comienzo, antes que la tierra. 24 Cuando no existían los océanos fui dada a luz, cuando no había fuentes repletas de agua. 25 Antes que se asentaran los montes, antes que las colinas fui dada a luz. 26 Aún no había hecho la tierra ni los campos, ni el polvo primero del mundo. 27 Cuando asentaba los cielos, allí estaba yo, cuando fijaba un límite a la superficie del océano, 28 cuando sujetaba las nubes en lo alto, cuando consolidaba las fuentes del océano, 29 cuando ponía su límite al mar para que las aguas no lo traspasaran, cuando fijaba los cimientos de la tierra, 30 yo estaba proyectando junto a Él, lo deleitaba día a día, actuando ante Él en todo momento, 31 jugando con el orbe de la tierra, y me deleitaba con los hijos de Adán. Comentario a Proverbios 8,22-31 La Sabidurí...

Himno a la caridad (1 Co 12,31—13,13)

4º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 12,31 Aspirad a los carismas mejores. Sin embargo, todavía os voy a mostrar un camino más excelente. 13,1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, sería como el bronce que resuena o un golpear de platillos. 2 Y aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, no sería nada. 3 Y aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, si no tengo caridad, de nada me aprovecharía. 4 La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, 5 no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, 6 no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; 7 todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 La caridad n...

Bautizados en un mismo espíritu (1 Co 12,3b-7.12-13)

Pentecostés – 2ª lectura 3 Nadie puede decir: «¡Señor Jesús!», sino por el Espíritu Santo. 4 Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo; 5 y diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; 6 y diversidad de acciones, pero Dios es el mismo, que obra todo en todos. 7 A cada uno se le concede la manifestación del Espíritu para provecho común. 12 Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, aun siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. 13 Porque todos nosotros, tanto judíos como griegos, tanto siervos como libres, fuimos bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. Comentario a 1 Corintios 12,3-13 Parece que entre los corintios paganos se daban fenómenos de exaltación religiosa, como entrar en trance, acom...