28º domingo del Tiempo ordinario – B.
2ª lectura
12 Ciertamente,
la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que una espada de doble
filo: entra hasta la división del alma y del espíritu, de las articulaciones y
de la médula, y descubre los sentimientos y pensamientos del corazón. 13 No
hay ante ella criatura invisible, sino que todo está desnudo y patente a los
ojos de Aquel a quien hemos de rendir cuenta.
En estos versículos la «Palabra» se refiere posiblemente a la
totalidad de la revelación, que se manifiesta de modo pleno y perfecto en
Jesucristo, fundamento de la vida de la Iglesia : «Es tan grande el poder y la fuerza de
la palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia , firmeza de fe
para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida
espiritual» (Conc. Vaticano II, Dei
Verbum, n. 21).
De la Palabra
se dice que es eficaz y engendra vida; también hay en ella algo que inspira
temor y reverencia al hombre para no comportarse ante ella con ligereza. La
intimidad más honda de la persona, sus pensamientos, disposiciones e
intenciones últimas, quedarán desnudos ante los ojos escrutadores de Dios.
Comentando este pasaje, Balduino de Canterbury señala: «Es eficaz y más tajante que espada de doble filo para quienes creen
en ella y la aman. ¿Qué hay, en efecto, imposible para el que cree o difícil para
el que ama? Cuando esta palabra resuena, penetra en el corazón del creyente
como si se tratara de flechas de arquero
afiladas; y lo penetra tan profundamente que atraviesa hasta lo más
recóndito del espíritu; por ello se dice que es más tajante que una espada de
doble filo, más incisiva que todo poder o fuerza, más sutil que toda agudeza
humana, más penetrante que toda la sabiduría y todas las palabras de los
doctos» (Tractatus 6).
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