Ir al contenido principal

La fe y las obras (St 2,14-18)

24º domingo del Tiempo ordinario – B. 2ª lectura

14 ¿De qué sirve, hermanos míos, que uno diga tener fe, si no tiene obras? ¿Acaso la fe podrá salvarle? 15 Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento cotidiano, 16 y alguno de vosotros les dice: «Id en paz, calentaos y saciaos», pero no le dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? 17 Así también la fe, si no va acompañada de obras, está realmente muerta.
18 Pero alguno podrá decir: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin obras, y yo por mis obras te mostraré la fe.

Comentario a Santiago 2,14-18

Se condensa aquí la idea central: la fe que no se traduce en obras está muerta (vv. 14-19) y después se aducirá el ejemplo de algunos personajes bíblicos (vv. 20-26). Cuando Santiago habla de «obras» es claro que no se refiere a las obras de la Ley de Moisés.

Con una argumentación cíclica y reiterativa, se afirma que una fe sin obras no puede salvar. Esta enseñanza se encuentra en perfecta continuidad con la del Maestro: «No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los Cielos» (Mt 7,21). La pregunta retórica inicial (v. 14) y el ejemplo sencillo y vivo (vv. 15-16), atraen la atención y predisponen a aceptar la enseñanza básica (v. 17).

El ejemplo de los vv. 15-16 es similar al de 1 Jn: «Si alguno posee bienes de este mundo y, viendo que su hermano padece necesidad, le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor a Dios?» (3,17). La conclusión es semejante: «Hijos míos, no amemos de palabra ni con la boca, sino con obras y de verdad» (3,18). San Pablo, por su parte, subraya: «No consiste el Reino de Dios en hablar sino en hacer» (1 Co 4,20). Las obras dan la medida de la autenticidad de la vida del cristiano, poniendo en evidencia si su fe y su caridad son verdaderas: «Así como del movimiento del cuerpo conocemos su vida, así también conocemos la vida de la fe por las buenas obras. Porque la vida del cuerpo es el alma, por la cual se mueve y siente, y la vida de la fe, la caridad (...). Por lo que, resfriándose la caridad, muere la fe, así como muere el cuerpo apartándose de él el alma» (S. Bernardo, In Octava Paschae, Sermo 2,1).

La doctrina cristiana llama también «fe muerta» (cfr v. 17) a la de quien está en pecado mortal. «El don de la fe permanece en el que no ha pecado contra ella (...). Privada de la esperanza y de la caridad, la fe no une plenamente el fiel a Cristo ni hace de él un miembro vivo de su Cuerpo» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1815).

Comentarios

Entradas más visitadas de este blog

Misión de los setenta y dos discípulos (Lc 10, 1-12.17-20)

14º domingo del Tiempo ordinario – C. Evangelio 1 Después de esto designó el Señor a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir. 2 Y les decía: —La mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, por tanto, al señor de la mies que envíe obreros a su mies. 3 Id: mirad que yo os envío como corderos en medio de lobos. 4 No llevéis bolsa ni alforja ni sandalias, y no saludéis a nadie por el camino. 5 En la casa en que entréis decid primero: «Paz a esta casa». 6 Y si allí hubiera algún hijo de la paz, descansará sobre él vuestra paz; de lo contrario, retornará a vosotros. 7 Permaneced en la misma casa comiendo y bebiendo de lo que tengan, porque el que trabaja merece su salario. No vayáis de casa en casa. 8 Y en la ciudad donde entréis y os reciban, comed ...

Himno a la caridad (1 Co 12,31—13,13)

4º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 12,31 Aspirad a los carismas mejores. Sin embargo, todavía os voy a mostrar un camino más excelente. 13,1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, sería como el bronce que resuena o un golpear de platillos. 2 Y aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, no sería nada. 3 Y aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, si no tengo caridad, de nada me aprovecharía. 4 La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, 5 no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, 6 no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; 7 todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 La caridad n...

El Decálogo (Ex 20,1-17)

3º domingo de Cuaresma – B. 1ª lectura 1 Entonces Dios pronunció todas estas palabras, diciendo: 2 —Yo soy el Señor, tu Dios, que te ha sacado del país de Egipto, de la casa de la esclavitud. 3 No tendrás otro dios fuera de mí. 4 No te harás escultura ni imagen, ni de lo que hay arriba en el cielo, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas por debajo de la tierra. 5 No te postrarás ante ellos ni les darás culto, porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso que castigo la culpa de los padres en los hijos hasta la tercera y la cuarta generación de aquellos que me odian; 6 pero tengo misericordia por mil generaciones con los que me aman y guardan mis mandamientos. 7 No tomarás el nombre del Señor, tu Dios, en vano, pues el Señor no dejará impune al que tome su nombre en vano. 8 Recuerda el día del sábado, para santificarlo. 9 Durante seis días trabajarás y harás tus tareas. 10 Pero el día séptimo es sábado, en honor del Señor, tu Dios. No harás en él ...