3º domingo de Cuaresma – B. Evangelio
13 Pronto iba a ser la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. 14 Encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos. 15 Con unas cuerdas hizo un látigo y arrojó a todos del Templo, con las ovejas y los bueyes; tiró las monedas de los cambistas y volcó las mesas. 16 Y les dijo a los que vendían palomas:
Comentario a Juan 2,13-25
San Juan presenta el ministerio de Jesús jalonado por las fiestas judías. Aquí, los acontecimientos se sitúan en relación a la Pascua. En ese contexto, la «purificación del Templo» tiene un sentido más profundo que el que aparece en los otros evangelios: Jesús no sólo manifiesta ser el Mesías (cfr Mt 21,12-13), sino que Él es el nuevo y definitivo Templo de Dios entre los hombres.
Cuando Jesús compara el Templo de Jerusalén con su propio Cuerpo, revela la verdad más profunda sobre sí mismo: la Encarnación, es decir, que Él es el Verbo de Dios que puso su morada entre nosotros (cfr 1,14). El evangelista deja constancia, sin embargo, de que sólo a la luz de los acontecimientos de la última Pascua (v. 22) nos es posible comprender esa verdad.
En las palabras pronunciadas por Jesús (v. 19) no hay nada despectivo hacia el Templo, como pretenderían después los falsos testigos (Mt 26,61; Mc 14,58) y los que se burlaron de él mientras agonizaba en la cruz (Mt 27,40; Mc 15,29; cfr Hch 6,14). El signo del que les habla será su propia resurrección al tercer día (cfr Mt 16,4: «la señal de Jonás»). Para indicar la grandeza del milagro de su resurrección, Jesús recurre al lenguaje metafórico. Es como si dijera: «¿Veis este Templo? Pues bien, imaginadlo destruido. ¿No sería un gran milagro reconstruirlo en tres días? Esto haré yo como señal. Porque vosotros destruiréis mi Cuerpo, que es el Templo verdadero, y yo lo volveré a levantar al tercer día». La declaración de que Jesús es el Templo de Dios quedó entonces encubierta para todos. Judíos y discípulos pensaron que el Señor hablaba de volver a edificar el Templo que Herodes el Grande había empezado a construir en el 19-20 a.C. Sólo más tarde los discípulos entendieron el verdadero sentido de las palabras de Jesús (v. 22).
Comentarios
Muchas felicidades por el magnífico blog que prometo visitar con frecuencia.
Un saludo.
En cuanto a la extrañeza porque los sinópticos lo mencionen en el interrogatorio, pero no antes, es lógica, pero es consecuencia de que los Evangelios no pretenden ofrecer una biografía completa de Jesús, que sacie nuestra curiosidad sobre todos los detalles de lo acontecido. En los evangelios tenemos una síntesis completa y autorizada de la predicación apostólica, en la que se recoge fielmente lo que Jesús hizo y enseñó, pero sin pretender contar todo, sólo lo imprescindible para que podamos conocer a fondo a Jesucristo, amarlo y seguir su ejemplo.