1º domingo de Cuaresma –B. Evangelio
12 Enseguida el Espíritu lo impulsó hacia el desierto. 13 Y estuvo en el desierto cuarenta días mientras era tentado por Satanás. Estaba con los animales, y los ángeles le servían.14 Después de haber sido apresado Juan, vino Jesús a Galilea predicando el Evangelio de Dios, 15 y diciendo:
—El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está al llegar; convertíos y creed en el Evangelio.
Comentario a Marcos 1,12-15
San Mateo y San Lucas describen con detalle tres tentaciones de Jesús antes de iniciar la vida pública, y unas tentaciones análogas se recogen también en el Evangelio de San Juan (Jn 6,15-7,9). Marcos las reseña brevemente y pasa enseguida a narrar la actividad pública para la que Jesús se había preparado en el desierto.
Tentación, en la Sagrada Escritura, tiene el sentido de «prueba», más que el de «sugestión» o «incitación». Con las tentaciones se nos enseña también la verdadera Humanidad de Jesucristo: «No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino que, de manera semejante a nosotros, ha sido probado en todo, excepto en el pecado» (Hb 4,15). También por eso la conducta de Cristo es modelo para la nuestra: «Jesús, después de ser bautizado, ayunó en solitario durante cuarenta días. Así nos enseñó con su ejemplo que, una vez recibido el perdón de los pecados mediante el bautismo, con vigilia, ayunos y oraciones, debemos prepararnos para evitar que, mientras somos torpes o menos prontos, vuelva el espíritu inmundo que había sido expulsado de nuestro corazón» (S. Beda, Homiliae 11).
«Y los ángeles le servían» (v. 13). Los ángeles, a lo largo del Antiguo Testamento, forman parte de la corte celestial de Dios y le alaban continuamente (cfr p. ej., Is 6,1-3; 1 R 22,19). La indicación de que «servían» a Jesús expresa la superioridad, el señorío de Jesucristo sobre ellos.
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