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No quedará piedra sobre piedra (Lc 21,5-19)

33º domingo del Tiempo ordinario – C. Evangelio 5 Como algunos le hablaban del Templo , que estaba adornado con bellas piedras y ofrendas votivas , dijo: 6 —Vendrán días en los que de esto que veis no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida. 7 Le preguntaron: —Maestro, ¿cuándo ocurrirán estas cosas y cuál será la señal de que están a punto de suceder? 8 Él dijo: —Mirad, no os dejéis engañar; porque vendrán en mi nombre muchos diciendo: «Yo soy», y «el momento está próximo». No les sigáis. 9 Cuando oigáis hablar de guerras y de revoluciones, no os aterréis, porque es necesario que sucedan primero estas cosas. Pero el fin no es inmediato. 10 Entonces les decía: —Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino; 11 habrá grandes terremotos y hambre y peste en diversos lugares; habrá cosas aterradoras y grandes señales en el cielo. 12 Pero antes de todas estas cosas os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, llevándoos ante reye...

La lepra (Lv 13,1-2.44-46)

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6º domingo del Tiempo ordinario – B. 1ª lectura

1 Habló el Señor a Moisés y a Aarón diciendo:   

2 —Cuando uno tenga en la piel una hinchazón, o una erupción, o una mancha blanquecina, y se haya formado en la piel de su carne una llaga como de lepra, será llevado al sacerdote Aarón o a sus hijos, los sacerdotes. 44 Se trata de un leproso. Es impuro. El sacerdote le declarará definitivamente impuro. Tiene lepra en la cabeza.

45 El enfermo de lepra llevará los vestidos rasgados, el cabello desgreñado, cubierta la barba; y al pasar gritará: «¡impuro, impuro!» 46 Durante el tiempo en que esté enfermo de lepra es impuro. Habitará aislado fuera del campamento, pues es impuro.

Comentario a Levítico 13

Hay diversos síntomas que, según los conocimientos de aquel tiempo, eran indicios de tan terrible enfermedad. Aunque algunos de los datos resultan interesantes para la historia de la medicina, había de ordinario una confusión con otras enfermedades meramente cutáneas que nada tenían que ver con la lepra. De todas formas, el aspecto repugnante que ofrecían dichas enfermedades, era motivo suficiente para declarar impuro al enfermo.

Al ser una enfermedad contagiosa, era preciso evitar su propagación. La opinión generalizada la consideraba como castigo por un pecado cometido. En alguna ocasión así se dice que sucedió, como en el caso de María, leprosa por algún tiempo por haber murmurado contra su hermano Moisés (cfr Nm 12,1-10). También el Siervo paciente de Yahwéh es presentado como un leproso, herido por Dios a causa de nuestros pecados (cfr Is 53,4). En el caso de Job, también leproso, es acusado por sus amigos de un pecado oculto y terrible que pueda explicar el estado en que se encuentra.

La situación del leproso resultaba muy penosa. Debía vivir en poblados o campamentos lejos de la ciudad. Al trasladarse debía avisar su paso gritando su condición de hombre impuro; llevaba sus vestidos desgarrados y el pelo sin peinar. De esa forma se podía distinguir fácilmente. En los Evangelios aparecen a me¬nudo estos pobres enfermos, de los que Jesús se compadece con frecuencia y les limpia de tan terrible mal (cfr Mt 8,2-3; Lc 17,12-14), siendo la curación de los leprosos uno de los signos mesiánicos predichos en el Antiguo Testamento (Mt 11,5). También los apóstoles reciben del Señor el poder de curar a los leprosos (cfr Mt 10,8).

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4º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 12,31 Aspirad a los carismas mejores. Sin embargo, todavía os voy a mostrar un camino más excelente. 13,1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, sería como el bronce que resuena o un golpear de platillos. 2 Y aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, no sería nada. 3 Y aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, si no tengo caridad, de nada me aprovecharía. 4 La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, 5 no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, 6 no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; 7 todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 La caridad n...

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Quien no quiera trabajar, que no coma (2 Ts 3,7-12)

33º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 7 Vosotros sabéis bien cómo debéis imitarnos, porque entre vosotros no estuvimos ociosos; 8 y no comimos gratis el pan de nadie, sino que trabajamos día y noche con esfuerzo y fatiga, para no ser gravosos a ninguno. 9 No porque no tuviéramos derecho, sino para mostrarnos ante vosotros como modelo que imitar. 10 Pues también cuando estábamos con vosotros os dábamos esta norma: «Si alguno no quiere trabajar, que no coma». 11 Pues oímos que hay algunos que andan ociosos entre vosotros sin hacer nada pero curioseándolo todo. 12 A esos les ordenamos y exhortamos en el Señor Jesucristo a que coman su propio pan trabajando con serenidad. Comentario a 2 Tesalonicenses 3,7-12 Pensando equivocadamente en la inminencia de la Parusía, había en Te­salónica algunos que no trabajaban . Por eso, el recuerdo del trabajo abnegado de San Pablo , para ganarse allí el sustento y no resultar gravoso a nadie, debía ser estímulo para los tesalonicenses ....