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Jesús ha resucitado (Mc 16,1-7)

Vigilia Pascual – B 1 Pasado el sábado, María Magdalena y María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. 2 Y, muy de mañana, al día siguiente del sábado, llegaron al sepulcro cuando ya estaba saliendo el sol. 3 Y se decían unas a otras: —¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro? 4 Y al mirar vieron que la piedra había sido removida, a pesar de que era muy grande. 5 Entrando en el sepulcro, vieron a un joven sentado a la derecha, vestido con una túnica blanca, y se quedaron muy asustadas. 6 Él les dice: —No os asustéis; buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado. Ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar donde lo colocaron. 7 Pero marchaos y decid a sus discípulos y a Pedro que él va delante de vosotros a Galilea: allí le veréis, como os dijo. La primera predicación de los Apóstoles (cfr Hch 2,22-32; 3,13-15; etc.) recordaba que «Cristo murió por nuestros pecados, según las escrituras» (1 Co 15,3-4). Marcos ha subrayado (cfr 15...

El valor del sufrimiento (Is 50,4-7)

Domingo de Ramos – B. 1ª lectura 4 El Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo para saber alentar al abatido con palabra que incita. Por la mañana, cada mañana, incita mi oído a escuchar como los discípulos. 5 El Señor Dios me ha abierto el oído, yo no me he rebelado, no me he echado atrás. 6 He ofrecido mi espalda a los que me golpeaban, y mis mejillas a quienes me arrancaban la barba. No he ocultado mi rostro a las afrentas y salivazos. 7 El Señor Dios me sostiene, por eso no me siento avergonzado, por eso he endurecido mi rostro como el pedernal y sé que no quedaré avergonzado. Después de que el segundo canto del siervo haya glosado la misión del siervo (cfr Is 49,6), ahora el tercero reclama la atención para la propia persona del siervo. El poema está bien construido en tres estrofas que comienzan del mismo modo: «El Señor Dios» (vv. 4.5.7), y con una conclusión (v. 9), que también contiene la misma fórmula. La primera estrofa (v. 4) subray...

Vuestros cuerpos son miembros de Cristo (1 Co 6,13c-15a.17-20)

  2º domingo del Tiempo ordinario – B. 2ª lectura 13c El cuerpo no es para la fornicación sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. 14 Y Dios, que resucitó al Señor, también nos resucitará a nosotros por su poder. 15 ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? 17 El que se une al Señor se hace un solo espíritu con él. 18 Huid de la fornicación. Todo pecado que un hombre comete queda fuera de su cuerpo; pero el que fornica peca contra su propio cuerpo. 19 ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis? 20 Habéis sido comprados mediante un precio. Glorificad, por tanto, a Dios en vuestro cuerpo. El cristiano, cuerpo y alma, es miembro de Cristo (v. 15). Esta afirmación impresionante y novedosa es clave en la enseñanza paulina y en la doctrina cristiana: el cristiano ha sido incorporado a Cristo por el Bautismo y está destinado a permanecer estrechamente unido a Él, a vivir su m...