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Jesucristo, Sumo Sacerdote (Hb 4,14-16; 5,7-9)

Viernes Santo. 2ª lectura 14 Ya que tenemos un Sumo Sacerdote que ha entrado en los cielos —Jesús, el Hijo de Dios—, mantengamos firme nuestra confesión de fe. 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino que, de manera semejante a nosotros, ha sido probado en todo, excepto en el pecado. 16 Por lo tanto, acerquémonos confiadamente al trono de la gracia, para que alcancemos misericordia y encontremos la gracia que nos ayude en el momento oportuno. 7 Él, en los días de su vida en la tierra, ofreció con gran clamor y lágrimas oraciones y súplicas al que podía salvarle de la muerte, y fue escuchado por su piedad filial, 8 y, aun siendo Hijo, aprendió por los padecimientos la obediencia. 9 Y, llegado a la perfección, se ha hecho causa de salvación eterna para todos los que le obedecen. Comentario a Hebreos 4,14-16 y 5,7-9 El cristiano deb...

Cargó con nuestros dolores (Is 52,13–53,12)

Viernes Santo – 1ª lectura 13 Mirad, mi siervo triunfará, será ensalzado, enaltecido y encumbrado. 14 Como muchos se horrorizaron de él —tan desfigurado estaba, que no tenía aspecto de hombre ni apariencia de ser humano—, 15 así él asombrará a muchas naciones. Por su causa los reyes cerrarán la boca, al ver lo que nunca les habían narrado, y contemplar lo que jamás habían oído. 53,1 «¿Quién dio crédito a nuestro anuncio? El brazo del Señor, ¿a quién fue revelado? 2 Creció en su presencia como un renuevo, como raíz de tierra árida. No hay en él parecer, no hay hermosura que atraiga nuestra mirada, ni belleza que nos agrade en él. 3 Despreciado y rechazado de los hombres, varón de dolores y experimentado en el sufrimiento; como de quien se oculta el rostro, despreciado, ni le tuvimos en cuenta. 4 Pero él tomó sobre sí nuestras enfermedades, cargó con nuestros dolores, y nosotros lo tuvimos por castigado, herido de Dios y humillado. 5 Pero él fue traspasad...

Pasión de Nuestro Señor Jesucristo (Mc 14,1 – 15,47)

  Domingo de Ramos – B. Evangelio 15,22 Y le condujeron al lugar del Gólgota, que significa «lugar de la Calavera». 23 Y le daban a beber vino con mirra, pero él no lo aceptó. 24 Y le crucificaron y se repartieron sus ropas echando suertes sobre ellas para ver qué se llevaba cada uno. 25 Era la hora tercia cuando lo crucificaron. 26 Y tenía escrita la inscripción con la causa de su condena: «El Rey de los Judíos». 27 También crucificaron con él a dos ladrones: uno a su derecha y otro a su izquierda. (28) 29 Los que pasaban le injuriaban, moviendo la cabeza y diciendo: —¡Eh! Tú que destruyes el Templo y lo edificas de nuevo en tres días, 30 sálvate a ti mismo, bajando de la cruz. 31 Del mismo modo, los príncipes de los sacerdotes se burlaban entre ellos a una con los escribas y decían: —Salvó a otros, y a sí mismo no...