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No quedará piedra sobre piedra (Lc 21,5-19)

33º domingo del Tiempo ordinario – C. Evangelio 5 Como algunos le hablaban del Templo , que estaba adornado con bellas piedras y ofrendas votivas , dijo: 6 —Vendrán días en los que de esto que veis no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida. 7 Le preguntaron: —Maestro, ¿cuándo ocurrirán estas cosas y cuál será la señal de que están a punto de suceder? 8 Él dijo: —Mirad, no os dejéis engañar; porque vendrán en mi nombre muchos diciendo: «Yo soy», y «el momento está próximo». No les sigáis. 9 Cuando oigáis hablar de guerras y de revoluciones, no os aterréis, porque es necesario que sucedan primero estas cosas. Pero el fin no es inmediato. 10 Entonces les decía: —Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino; 11 habrá grandes terremotos y hambre y peste en diversos lugares; habrá cosas aterradoras y grandes señales en el cielo. 12 Pero antes de todas estas cosas os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, llevándoos ante reye...

Resurrección del hijo de la viuda de Sarepta (1R 17, 17-24)

10º domingo del Tiempo ordinario – C. 1ª lectura
17Después de todo esto, el hijo de la viuda cayó enfermo, y su enfermedad se agravó hasta el punto de que al niño ya no le quedó aliento. 18Entonces ella le dijo a Elías:
—¿Qué tengo que ver yo contigo, hombre de Dios? ¿Has venido para recordarme mi pecado y traer la muerte a mi hijo?
19Él le contestó:
—Déjame a tu hijo.
Lo tomó de su regazo, lo llevó a la habitación de arriba donde él residía y lo acostó sobre su cama. 20Después clamó al Señor y dijo:
—¡Señor, Dios mío! ¿También vas a hacer daño a la viuda que me ha dado hospedaje dejando morir a su hijo?
21Se tendió tres veces sobre el niño y clamó al Señor diciendo:
—¡Señor, Dios mío, que la vida de este niño vuelva a él!
22El Señor escuchó la voz de Elías y la vida del niño volvió de nuevo a él, y revivió. 23Elías tomó al niño y lo bajo de la habitación alta de la casa. Lo entregó a su madre y le dijo:
—Mira a tu hijo vivo.
24Respondió la mujer a Elías:
—Ahora sé que tú eres un hombre de Dios y que la palabra del Señor en tu boca es verdadera.
La viuda piensa, según la mentalidad de la época, que la muerte de su hijo es un castigo divino por los pecados que ella hubiera cometido y en los que Dios se fija a causa de la presencia de ­Elías (v. 18). Pero el relato deja claro que todo es providencial para que se reconozca que Elías es profeta del verdadero Dios (v. 24).

En la acción de Elías los Santos Padres han visto un tipo de la acción de Cristo: «El hijo de aquella viuda yacía muerto, como el hijo de la Iglesia, es decir, el pueblo de los gentiles que estaba muerto por los muchos pecados y crímenes. Elías orando resucitó al hijo de la viuda; Cristo, con su venida, al hijo de la Iglesia, es decir, redime al pueblo cristiano de la cárcel de la muerte. Elías se inclinó en oración y revivió al hijo de la viuda; Cristo se acostó en la pasión y dio vida al pueblo cristiano» (Sermones atribuidos a San Agustín, Sermones 40,4).

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4º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 12,31 Aspirad a los carismas mejores. Sin embargo, todavía os voy a mostrar un camino más excelente. 13,1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, sería como el bronce que resuena o un golpear de platillos. 2 Y aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, no sería nada. 3 Y aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, si no tengo caridad, de nada me aprovecharía. 4 La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, 5 no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, 6 no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; 7 todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 La caridad n...

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Quien no quiera trabajar, que no coma (2 Ts 3,7-12)

33º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 7 Vosotros sabéis bien cómo debéis imitarnos, porque entre vosotros no estuvimos ociosos; 8 y no comimos gratis el pan de nadie, sino que trabajamos día y noche con esfuerzo y fatiga, para no ser gravosos a ninguno. 9 No porque no tuviéramos derecho, sino para mostrarnos ante vosotros como modelo que imitar. 10 Pues también cuando estábamos con vosotros os dábamos esta norma: «Si alguno no quiere trabajar, que no coma». 11 Pues oímos que hay algunos que andan ociosos entre vosotros sin hacer nada pero curioseándolo todo. 12 A esos les ordenamos y exhortamos en el Señor Jesucristo a que coman su propio pan trabajando con serenidad. Comentario a 2 Tesalonicenses 3,7-12 Pensando equivocadamente en la inminencia de la Parusía, había en Te­salónica algunos que no trabajaban . Por eso, el recuerdo del trabajo abnegado de San Pablo , para ganarse allí el sustento y no resultar gravoso a nadie, debía ser estímulo para los tesalonicenses ....