Pentecostés – B. Evangelio
15,26 Cuando venga el Paráclito que yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu de la verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. 27 También vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.
16,12 Todavía tengo que deciros muchas cosas, pero no podéis sobrellevarlas ahora. 13 Cuando venga Aquél, el Espíritu de la verdad, os guiará hacia toda la verdad, pues no hablará por sí mismo, sino que dirá todo lo que oiga y os anunciará lo que va a venir. 14 Él me glorificará porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. 15 Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso dije: Recibe de lo mío y os lo anunciará.
Jesús habla del Paráclito tres veces en el Sermón de la Cena. En la primera (14,15ss.), afirma que será otro Consolador enviado por el Padre para que esté siempre con ellos; en la segunda (15,26), dice que el Padre enviará en su nombre el Espíritu de la verdad que les enseñará todo; en la tercera (16,1-15), anuncia que el fruto de su ascensión al Cielo será el envío del Espíritu Santo y la acción que el Espíritu Santo realizará ante el mundo y ante los discípulos. A los discípulos, el Espíritu Santo les llevará a la plena comprensión de la verdad revelada por Cristo.
En Jn 16,8-11, la palabra «mundo» designa a los que no han creído en Cristo y le han rechazado (cfr 14,30). A éstos el Espíritu Santo les acusará «de pecado, de justicia y de juicio» (v. 8): «de pecado» por su incredulidad; «de justicia» porque mostrará que Jesús era el Justo que jamás cometió pecado alguno (cfr 8,46; Hb 4,15), y por eso es glorificado junto al Padre; «de juicio» al hacer patente que el demonio, príncipe de este mundo, ha sido vencido mediante la muerte de Cristo, por la cual el hombre es rescatado del poder del Maligno y capacitado, por la gracia, para vencer sus asechanzas. «Crean los hombres en Cristo —comenta San Beda— para que no sean acusados del pecado de su infidelidad, por el que se priva de todos los bienes. Entren en el número de los fieles para que no sean acusados por la justicia de éstos, al no imitar a los que han sido justificados. Eviten el juicio futuro para no ser juzgados con el príncipe del mundo al que imitan después de haber sido juzgado» (In Ioannis Evangelium expositio, ad loc.).
En Jn 16,14-15 descubren algunos aspectos del misterio de la Santísima Trinidad. Enseñan la igualdad de las tres divinas personas al decir que todo lo que tiene el Padre es del Hijo, que todo lo que tiene el Hijo es del Padre, y que el Espíritu Santo posee también aquello que es común al Padre y al Hijo, es decir, la esencia divina.
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