Ir al contenido principal

Mirarán al que traspasaron (Za 12,10-11; 13,1)

12º domingo del Tiempo ordinario – C. 1ª lectura
10 Sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén derramaré un espíritu de gracia y de plegaria para que fijen en Mí la mirada. Al que traspasaron, por él harán duelo con el llanto por el hijo único; se afligirán amargamente por él con el dolor por el primogénito. 11 Aquel día será grande el duelo en Jerusalén, como el duelo de Hadad-Rimón en la vega de Meguido. 13,1 Aquel día habrá una fuente dispuesta para la casa de Judá y para los habitantes de Jerusalén, para lavar el pecado y la impureza.

El tiempo escatológico vendrá marcado por un profundo arrepentimiento y penitencia en Jerusa­lén suscitados por el espíritu de Dios. La causa es el haber dado muerte a un hombre muy querido  para el pueblo. El texto es oscuro en este punto pues también podría entenderse que aquel a quien traspasaron es Dios (v. 10); sin embargo, inmediatamente después se dice que el que ha muerto es un hombre por el que el pueblo hará duelo. La misteriosa muerte de ese personaje tiene efectos parecidos a los de la del Siervo del Señor en Is 52,13-53,12, puesto que a partir de ella Judá y Jerusalén encontrarán la expiación del pecado y abandonarán completamente la idolatría (cfr 13,1-2). Es posible que sea una alusión a la muerte de Zorobabel, el último descendiente de la dinastía davídica mencionado en el Antiguo Testamento, tras la que habría llegado la paz. O quizá el autor sagrado está hablando de algún rey como Josías que siendo bueno y piadoso murió de forma violenta a manos de los enemigos (cfr 2 R 23,29). En cualquier caso esa persona tan llorada era figura de Jesucristo clavado en la cruz al que se vuelve la mirada del hombre pecador como leemos en Jn 19,37. «Al descubrir la grandeza del amor de Dios, nuestro corazón se estremece ante el horror y el peso del pecado y comienza a temer ofender a Dios por el pecado y verse separado de Él. El corazón humano se convierte mirando al que nuestros pecados traspasaron (cfr Jn 19,37; Za 12,10)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1432).

Comentarios

Entradas más visitadas de este blog

Himno a la caridad (1 Co 12,31—13,13)

4º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 12,31 Aspirad a los carismas mejores. Sin embargo, todavía os voy a mostrar un camino más excelente. 13,1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, sería como el bronce que resuena o un golpear de platillos. 2 Y aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, no sería nada. 3 Y aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, si no tengo caridad, de nada me aprovecharía. 4 La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, 5 no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, 6 no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; 7 todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 La caridad nunca acaba. Las profecías desaparecerán, las lenguas cesarán, la...

Alégrate, llena de gracia (Lc 1,26-38)

Inmaculada concepción – Evangelio 26 En el sexto mes fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David. La virgen se llamaba María. 28 Y entró donde ella estaba y le dijo: —Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo. 29 Ella se turbó al oír estas palabras, y consideraba qué podía significar este saludo. 30 Y el ángel le dijo: —No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios: 31 concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. 32 Será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, 33 reinará eternamente sobre la casa de Jacob y su Reino no tendrá fin. 34 María le dijo al ángel: ...

Pondré enemistad entre ti y la mujer (Gn 3,9-15)

10º domingo del Tiempo ordinario – B. 1ª lectura 9 El Señor Dios llamó al hombre y le dijo: —¿Dónde estás? 10 Éste contestó: —Oí tu voz en el jardín y tuve miedo porque estaba desnudo; por eso me oculté. 11 Dios le preguntó: —¿Quién te ha indicado que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol del que te prohibí comer? 12 El hombre contestó: —La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí. 13 Entonces el Señor Dios dijo a la mujer: —¿Qué es lo que has hecho? La mujer respondió: —La serpiente me engañó y comí. 14 El Señor Dios dijo a la serpiente: —Por haber hecho eso, maldita seas entre todos los animales y todas las bestias del campo. Te arrastrarás sobre el vientre, y polvo comerás todos los días de tu vida. 15 Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; él te herirá en la cabeza, mientras tú le herirás en el talón. Comentario a Génesis 3,9-15 El texto que escuchamos en la primera lectura de la Santa Misa se enmarca en e...